Las condiciones electorales, por Freddy Núñez
Tener que discutir este tema, define perfectamente la carencia de institucionalidad, la clara orientación totalitaria del régimen y la situación de indefensión de la ciudadanía. La ausencia de independencia de los poderes que conforman el estado, y su entrega absoluta a un partido y un gobierno, ha pervertido los procesos electorales hasta convertirlos en una farsa diseñada para atornillar a una camarilla en el poder.
Están registradas las imágenes y palabras de la entonces presidenta del tsj, María Estela Morales Lamuño, cuando acompañada de las cabezas de los entes del estado, le dice a Chávez “aquí están presidente, sus poderes”.
El proceso de implosión de la democracia y de sus instituciones, tiene años, es un trabajo en el que el régimen no ceja, acicateado por el gobierno cubano que ha asociado su destino a la subalternidad del régimen venezolano a sus intereses. Ese proyecto no han logrado afianzarlo, pues el venezolano de vocación democrática y libertaria, tiene casi 20 años de lucha, y ha demostrado que no está dispuesto a permitirlo.
Debe registrarse para las nuevas generaciones, el inaudito, rotundo y sistemático proceso de destrucción al que ha sido sometida Venezuela. Un ansia enfermiza de poder, una corrupción cuya magnitud doblega cualquier intento de imaginación y una ineficacia asombrosa, se han traducido en miseria generalizada y en una crisis donde destacan la falta de comida y medicinas.
Una aberración generalizada se ha entronizado en el poder, basten dos ejemplos: Una gandola de 30 mil litros de gasolina de 91 octanos, cuesta 30 mil bolívares; Un (1) huevo, no un cartón, un huevo, vale 33 mil bolívares. Hace 5 años, un Mitsubischi Lancer 2.0, costaba sacado de agencia, 350 mil bolívares, con eso usted compra hoy unos 11 huevos. De las supuestas buenas intenciones que los inspiraban, de los pretendidos sueños de justicia e igualdad, solo queda según la encuesta Encovi 2017, un ciudadano venezolano que perdió el año pasado un promedio de 11 kilos de peso.
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Una cotidianidad signada por la certeza de que mañana se estará peor que hoy, ha llevado a convertir la inimaginable condición de inmigrante en una especie de opción desesperada ante la crisis. En medio de este cuadro desolador, el régimen pretende hacer una “elecciones”. Ha creado numerosos mecanismos de chantaje que pretenden convertir al venezolano en un menesteroso del gobierno, alguien que para respirar deba prosternarse ante el poder y obedecer ciegamente.
Los amenaza con descaro para que voten por Maduro. Pero con lo que de verdad cuentan es con las instituciones, ahora reforzadas por una espuria anc. Dentro de ellas destaca, desde ya con puesto reservado en la galería de la infamia venezolana, el cne. Los últimos eventos, la elección de la espuria, la elección del gobernador del Zulia, de Bolívar, muestran acciones que van más allá de los grotescos atropellos tradicionales del régimen a través del ventajismo múltiple e ilegal.
Se trata de manejar a su arbitrio, sin control de ningún tipo, todas las etapas de los distintos procesos que conforman el acto electoral. Claro que el 80% de los venezolanos están descontentos, pero es evidente que al no haber ninguna garantía de que podrá votar y de que su voto será respetado, no está dispuesto a servirle de comparsa a un régimen cada vez mas repudiado dentro y fuera del país.
Por eso, aunque la oposición ha insistido en que la solución de los problemas del país debe ser democrática, constitucional y electoral, y plantea precisamente por ello la necesidad de luchar por condiciones mínimas necesarias de respeto a la constitución y a la ley orgánica del sufragio, para que esto se traduzca en garantías de transparencia y validez del voto, hoy se niega a participar en una farsa electoral.
Parece cada vez más evidente que la solución está en crear una unidad nacional combativa que utilizando los mandatos constitucionales, deje al régimen solo y aislado. Para ello es demasiado importante actuar en sintonía con los amplios sectores internacionales que se niegan a aceptar un resultado electoral surgido de un proceso sin garantías. Falcón ofreció renunciar si no existían condiciones para participar, ya él mismo ha denunciado que no existen. Es hora de que honre su palabra y renuncie a la candidatura para luchar por la unidad nacional