Conquista militar de América: la derrota Azteca e Inca, por Ángel R. Lombardi Boscán
“El hombre olvida que es un muerto que conversa con muertos”
Jorge Luis Borges (1899-1986)
¿Cómo unos pocos pudieron contra tantos? Cuando uno revisa las crónicas históricas y los relatos de ficción en torno a la relación de Hernán Cortés (1485-1547), el audaz conquistador hispánico y el emperador de los aztecas: Moctezuma (1466-1520), es inevitable no pensar que en esa relación hubo algo del llamado Síndrome de Estocolmo. O Moctezuma fue un cobarde coronado o su ingenuidad como gobernante de un temible imperio militar hegemónico en toda Mesoamérica un chiste histórico.
Seguimos asombrándonos cómo es posible que aztecas e incas, imperios militares poderosos, conquistadores de sus vecinos a quienes tenían subyugados, hayan sido tan fáciles de conquistar por los aventureros españoles, apenas, un puñado de soldados.
Al parecer, y esto en la historia es un condicionante poderoso, el sostener con cautela: “al parecer”, fue el arma de los gérmenes y microbios el principal causante de la mortandad americana, incluso, algunos hablan de genocidio. La principal motivación de Colón y las subsiguientes expediciones no fue ni científica ni cultural sino comercial y militar. Las civilizaciones se hicieron desde la guerra.
La invasión de Europa sobre América tuvo una ofensiva inicial exitosa e inesperada. Porque cómo explicar, apartando el ataque bacteriológico del cual los mismos europeos no tenían conciencia de su existencia, que un puñado de soldados aventureros hayan hundido a dos potencias militares con miles de guerreros en armas. El “encuentro”, a partir de 1492, fue brutalmente violento.
Ya sabemos que la principal motivación de los conquistadores fue el lucro a través de la búsqueda de los metales preciosos, los esclavos y las tierras. Y que para ello justificaron todas las atrocidades cometidas sobre sus enemigos bajo la premisa ideológica de un cristianismo superior
Incas y Aztecas, también hicieron uso de la violencia más terrible para prevalecer sobre sus vecinos e imponer sus propias cosmovisiones del mundo. Es curioso que el ejército Azteca ofreciera condecoraciones y trofeos no al guerrero que hubiese asesinado a más enemigos sino a quienes los haya atrapado y convertido en prisioneros. La ofrenda viva a Huitzilopochtli, el Dios devorador de hombres, les era mucho significativo. Por eso el vicio anacrónico condena al espectador del presente a mirar el pasado desde unas deformaciones que apuñalan la veracidad del contexto en cuestión.
Lo que nos interesa dilucidar aquí son las razones del porqué David le ganó a Goliat. Cómo las muy aceitadas maquinarias de guerra de los Aztecas e Incas fueron defenestradas con una facilidad que aún hoy sorprende. Arnold J. Toynbee (1889-1975) y muchos grandes filósofos de la historia han procurado develar los motivos del porqué unas civilizaciones progresan y otras se estancan.
En el caso americano las civilizaciones Azteca e Inca fueron quebradas básicamente por la diferencia tecnológica con relación a las armas. Mientras españoles utilizaron el hierro los americanos la piedra
“El grado de ineficacia de las armas de la Edad de Piedra contra las del Hierro se puede observar en el asedio de Cuzco por los incas en 1536; 190 soldados con casco de acero y coraza derrotaron allí a 200.000 personas armadas con piedras. La única baja española fue un soldado que no llevaba puesto el casco. Gonzalo Pizarro afirmó haber cortado en una sola tarde con su espada de filo de acero las manos de doscientos guerreros incas durante la batalla de Cuzco”. (Patricia Seed).
Hubo muchas estratagemas como la de Pizarro y Cortés descabezando a imperios solares en cuya cúspide estaban Atahualpa y Moctezuma; además de explotar las disensiones: sin los tlaxcaltecas como aliados de los hispánicos la caída de Tenochtitlan en 1521 es posible que hubiese costado más. Luego, hay otra causa más difícil de explicar, y que tiene que ver con el mundo de las creencias religiosas que supone que la “sorpresa” de los recién llegados era el cumplimiento de profecías sobre el arribo de nuevos dioses.
Así tenemos que la espada, armadura, ballesta, lanza, cuchillo, arcabuces y cañones, todos de hierro, fueron el factor decisivo de una conquista militar en que la superioridad demográfica de los americanos terminó sucumbiendo
Agréguele la presencia del caballo y los perros con adiestramiento para la guerra como otro elemento más de unas huestes infernales que esparcieron miedo y muerte.
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ