En Táchira quieren marchar a la frontera para buscar la ayuda que está en Cúcuta
La orden dada por el presidente de la constituyente, Diosdado Cabello, a la militancia del PSUV durante su visita a la frontera la tarde del lunes de salir “a la calle” este 12 de febrero en defensa de la revolución, “rodilla en tierra, fúsil a la espalda y bayoneta encendida”, no amilanó a la población opositora
Texto y fotos por Rosalinda Hernández C.
Los opositores en Táchira desestiman las amenazas de Diosdado Cabello. en los municipios Pedro María Ureña y Bolívar, la gente está dispuesta a salir, marchar y exigir la pronta llegada de la ayuda humanitaria a Venezuela.
“A ojos cerrados me voy hasta el puente internacional a abrir el puente para la entrada de la ayuda humanitaria porque nosotros estamos pasando hambre. No es justo que a diario tengamos que ir a Colombia a gastar lo que no tenemos para comprar comida que aquí no hay. Nadie entiende cómo en un país tan millonario como es Venezuela la gente está viviendo mal, solo por culpa de dos tipos (Maduro y Diosdado), nunca en mis 62 años pensé que viviría esto”, dijo Elizabeth Barrientos mientras empujaba un carro de mercado en el puente internacional Francisco de Paula Santander.
Linnet García, venezolana de 23 años llegaba de Cúcuta empujando el coche de su bebé, cruzó la frontera a Colombia para llevar a vacunar a su hija de apenas cuatro meses de nacida. La joven comentó que estaría dispuesta a hacer lo necesario para lograr un mejor futuro para su niña. “Con mente positiva si saldría a marchar hasta el puente de Tienditas, o al que convoquen. El país necesita un cambio y yo hago cualquier cosa para que mi hija viva mejor. Aquí tenemos que jugarnos todos. Con todo el gusto salgo a marchar y abrir el canal para entre la ayuda humanitaria a la frontera”.
En el puente internacional Simón Bolívar, donde en los últimos días se ha visto un considerable incremento en la población que por allí se moviliza, las reacciones no fueron distintas. Venezolanos no solo de la frontera sino provenientes de distintas zonas del país manifestaron a TalCual, la disposición no solo de llegarse a reclamar la ayuda humanitaria a los puentes internacionales, sino de movilizar a la familia completa “porque estamos cansados de esto”.
Raquel Quevedo, es docente de profesión, oriunda de Maracay, tiene un año trabajando en el corregimiento colombiano de La Parada y comentó que la situación económica la hizo mover hasta la frontera. “Renuncié al liceo donde trabajaba porque no había alternativa: o seguía trabajando o moría de hambre. Estoy segura que la entrada de la ayuda humanitaria es un paso para que Venezuela encuentre un mejor futuro. Estoy dispuesta a marchar para abrir el canal humanitario, no temo por mi vida y todo lo que se pueda hacer por mejorar nuestra situación hay que hacerlo. Aquí estamos pasando las verdes y es hora que la situación cambie».
Luego de 12 horas de trayecto desde Barquisimeto hasta San Antonio del Táchira y cinco horas de cola en el Saime para sellar pasaporte y pasar a Colombia, Ernesto y Marianella, una pareja joven fue contactada en el puente Simón Bolívar, a pesar del cansancio y la impotencia de tener que viajar horas para comprar comida, les sobran energías para decir que están dispuestos a contribuir a abrir la frontera para la llegada de la ayuda humanitaria.
“Estoy dispuesto a marchar a donde sea y desde donde sea porque la situación que vivimos en el país ya es insostenible. No me da miedo lo que pueda suceder, el miedo es el que ha permitido que lleguemos a este punto ¿Qué si va a morir alguien? Y cuántos niños y adultos están muriendo a diario por falta de medicamento (…) si hoy me dicen vamos a marchar al puente internacional no lo pienso dos veces, me voy a marchar”, dijo Ernesto Suarez.
Los municipios de frontera se movilizan hoy en marchas convocadas por el presidente interino Juan Guaidò, aunque los recorridos no han sido precisados por los organizadores por motivos de seguridad.
“Tenemos información que un grupo de afectos al gobierno en Ureña, tienen planes para sabotear nuestra marcha, esperemos que no se llegue a eso. Nosotros no queremos confrontaciones. La población están decidida a salir ya de este desgobierno, hoy se verá la realidad: ellos están solos y la gente ya no les tiene miedo”, comentó el concejal de oposición en Ureña Darwin Chacón.
Fue precisamente en la población fronteriza de Ureña en donde el 5 de julio de 2016, un grupo de mujeres vestidas de blanco, llegaron hasta el Comando de la Guardia Nacional y de manera pacífica, exhortaron a los militares a venezolanos abrir el paso hacia Colombia. La acción es recordada en la zona como algo heroico en donde las llamadas “mujeres de blanco” llevaron la batuta.
Caramelo de cianuro
El gobierno nacional distribuyó este lunes medicinas y alimentos en una zona fronteriza con Colombia, mientras mantiene su negativa a que entre al país la ayuda enviada desde Estados Unidos, reportó la agencia AFP. Medicamentos como analgésicos, antibióticos y antiinflamatorios, muchos en aguda escasez, eran repartidos gratuitamente en toldos blancos que protegían del sol a decenas de pacientes que hacían fila.
Al fondo se observaba la cisterna de una gandola de transporte de combustible y dos gigantescos contenedores de carga cruzados el miércoles pasado en la vía por militares venezolanos para cerrar el paso en el puente de Tienditas. En la zona había una fuerte presencia de efectivos de la Fuerza Armada y vehículos militares.
“Acá sí hay ayuda para la gente”, dijo Libio Rodríguez, quien expresó su apoyo al gobierno de Nicolás Maduro, al considerar que los cargamentos de comida y medicinas enviados por Estados Unidos a Cúcuta por pedido de Guaidó no son más que un pretexto para una intervención militar. “Estamos en contra de los gringos que nos quieren robar el país”, dijo Rodríguez, un delgado hombre de 66 años.
Unas personas aguardaban por medicinas. Otros esperaban por alimentos que el Gobierno distribuye a precios subsidiados en zonas populares, bajo un programa llamado Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que la oposición denuncia como un “mecanismo de control social”.
Para una coordinadora de los CLAP en Tienditas, donde residen -estima- unas 1.500 familias, “más que ayuda humanitaria” hace falta “el desbloqueo económico”.