Acuerdo para el continuismo, por Gonzalo González
La dictadura chavista dinamitó las posibilidades de un acuerdo político capaz de pavimentar el camino hacia la superación de la crisis sistémica que vive y padece Venezuela cuando abandonó Oslo.
Esa decisión amparada en argumentos nada creíbles cómo excusa, más bien a la luz de acontecimientos posteriores puede ser tildada de coartada, es consecuencia de su indisposición para asumir con responsabilidad y patriotismo, sí patriotismo, las decisiones cónsonas con los intereses del país. Privilegian su permanencia en el poder por encima de todo y a cualquier costo. Creen que el tiempo, la inestabilidad internacional, la ausencia de concertación entre EEUU y la UE más allá de rechazo al régimen, así como la ausencia convulsión socio política interna favorece sus objetivos continuistas.
Es por ello que a última hora – más no improvisadamente, había indicios de que alguna jugada cocinaban – se han sacado de la manga el pacto mentado “Acuerdo de Diálogo Nacional” como sustituto de Oslo
Ese pacto tiene demasiados defectos estructurales para que sea una respuesta válida: no aborda las causas primigenias y básicas de la crisis como son la inobservancia de la Constitución vigente que ha desembocado en un régimen dictatorial y la política económica responsable directa de la tragedia social; los interlocutores escogidos a la carta por el chavismo carecen legitimidad, credibilidad y representatividad para asumir tal compromiso; son los mismos que se prestaron para la farsa electoral de mayo del 2018, farsa repudiada mayoritariamente por la ciudadanía y por la comunidad internacional democrática.
Esa maniobra tiene la intención de desconocer el liderazgo legítimo, legal y de amplio apoyo nacional e internacional de la Asamblea Nacional y del presidente (e) Juan Guaidó. Y, por tanto, impedir cualquier acuerdo que no favorezca el continuismo
Desde suscriptores del pacto de la Cancillería se ha deslizado la calificación de extremistas a los representantes de las fuerzas democráticas en Oslo por insistir en el “Cese a la Usurpación”. Tal calificativo es inapropiado y elude la evidencia de que el principal obstáculo para encaminar al país hacia la superación de sus males es la continuidad del sistema chavista y del Gobierno Maduro. El cual insiste tercamente y sin propósito de enmienda en el mismo modelo y las mismas políticas causantes de la tragedia nacional en progreso. Una prueba de ello es que se dispone a repetir la farsa electoral del 2018 ahora con comicios parlamentarios acompañados (también en esta ocasión) por los mismos de antaño, hoy abajo firmantes del pacto de La Casa Amarilla.
No desestimo los puntos acordados, sólo advierto de que su cumplimiento será parcial y siempre sesgado hacia los intereses del continuismo; también advierto que los firmantes no chavistas del acuerdo no tienen la capacidad de garantizar el cumplimiento de los limitados e insuficientes ítems acordados. Remember Falcón la noche del 20 de mayo del 2018