Industriales cierran primer semestre con caída productiva de 7,6% frente a 2022
Una de las dificultades más grandes que afrontan los industriales en sus intentos por aumentar la producción radica en la ausencia de crédito bancario, por lo que Conindustria propone ingresar al sistema bancario los hasta $6.000 millones que, se estima, circulan en efectivo en la economía venezolana para que la cartera de créditos crezca
El retroceso experimentado este año por la economía venezolana frente al leve impulso que tuvo durante 2022 se hace cada vez más evidente, como lo demuestran los resultados de la industria nacional medidos en la Encuesta de Coyuntura Industrial, efectuada por Conindustria, correspondiente al segundo trimestre de 2023.
Los resultados de la encuesta demuestran una caída de la producción de 7,6% durante el primer semestre del año, si se le compara con la actividad registrada en los primeros seis meses del año anterior, cuando se producía un crecimiento que la administración de Nicolás Maduro celebraba ante la presunta recuperación económica del país.
Frente al segundo semestre de 2022 —cuando se presentó el mejor desempeño de la economía en los últimos años— la comparación empeora, puesto que se registra una caída del 20,3% en estos primeros seis meses de 2023.
A pesar de que los resultados son negativos al comparar con el año pasado, los números mejoran al evaluar el comportamiento tan solo de 2023. Entre abril y junio de este año sí se registró un leve crecimiento de la producción de 2,4% frente al período de enero a marzo.
Esta diminuta mejora se aprecia en el crecimiento del uso de la capacidad instalada, que había caído sustancialmente durante el primer trimestre. En estos últimos meses tuvo un pequeño impulso de 0,5% al ubicarse en 31,7% frente al 31,2% registrado a inicios del año.
El uso de la capacidad instalada es un medidor trascendental, ya que permite determinar el nivel de la producción en una industria. Tras caer a mínimos históricos para el cuarto trimestre de 2018, en los últimos cinco años había mantenido una recuperación progresiva hasta alcanzar el 39,9% para el cierre de 2022. Tras tocar techo, se contrajo nuevamente a niveles similares a los de 2021
El presidente de Conindustria, Luigi Pisella, recalcó que se ha producido una diminuta, pero existente recuperación, mientras advertía que las consecuencias de este revés de la actividad económica en 2023 es padecido principalmente por las pequeñas y medianas empresas.
«Ha habido una ligera recuperación con respecto al trimestre anterior. Vemos como punto resaltante que el 47% de la pequeña industria trabaja con menos del 20% de su capacidad instalada. A ellos hay que atenderlos y prestarles más atención para ver cómo recuperarla», destacó.
Con estos resultados, la industria no ha podido seguir elevando el salario que paga a sus trabajadores, por lo que sigue presentándose un estancamiento en la capacidad adquisitiva de los empleados del sector industrial.
La encuesta indicó que la remuneración promedio del personal obrero ronda los $189 mensuales, una media obtenida de los $183 pagados por la pequeña empresa, $179 por la mediana y $219 por la grande.
Industriales proponen ampliar financiamiento
Una amalgama de factores perjudican la producción nacional y explican las dificultades que ha tenido la industria para seguir creciendo. Aunque no todos tengan una solución inmediata, los industriales piden abordar los elementos más preocupantes.
La encuesta indica que 92% de las empresas se ven afectadas por la baja demanda nacional, un factor que condiciona el desempeño económico de este año y ha explicado la caída de distintos indicadores en los últimos ocho meses.
La baja demanda está directamente vinculada con la pérdida del poder adquisitivo del venezolano. Una población con menos dinero en los bolsillos no puede salir al mercado de bienes y servicios para comprar lo que necesite, por lo que las ventas de las empresas caen y con ellas la producción. Incluso si la industria incrementa su cuota productiva, no habrá suficientes compradores.
A este factor se suma la falta de financiamiento, pues 89% de los encuestados aseguraron verse afectados en este ámbito. Esto se debe a la ausencia de crédito bancario. Al no tener acceso a préstamos, es difícil incrementar la inversión. Además de que afecta también a la demanda, debido a que el crédito al consumo podría ser una opción para incrementar el poder adquisitivo de la población.
Los datos de Conindustria reflejan que la cartera de créditos de la banca nacional ha crecido progresivamente en los últimos dos años, subiendo de los $292 millones disponibles en enero de 2022 a $1.039 millones en julio de 2023. Este aumento de 255,8% es sustancial, pero insuficiente para las necesidades de crédito del sector industrial.
Un gráfico presentado en el informe muestra como la cartera de créditos ocupa un diminuto porcentaje en relación con el Producto Interno Bruto (PIB) del país, de apenas 1,4%. Según Pisella, en un escenario ideal, la disponibilidad de crédito en la banca debería corresponder a aproximadamente 14% del PIB para encontrar estabilidad en la economía.
Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) —a las cuales se acude ante la indisponibilidad de datos del Banco Central de Venezuela (BCV)—, el PIB de Venezuela se estima en unos $96.928 millones; por lo tanto, para que una cartera de créditos represente 14% de esa cifra, tendría que sumar $18.414 millones, unas 18 veces más de la disponibilidad crediticia actual.
El encaje legal es una medida aplicada por el BCV que bloquea 73% de los depósitos bancarios, dejando solo 27% disponibles para préstamos. Economistas, gremios y empresarios han recalcado que es un porcentaje de encaje demasiado alto, pero Pisella recalca que incluso con una porción más moderada de 20%, el problema se mantendría y solo se liberarían unos $509 millones.
En este sentido, la solución no pasa únicamente por reducir el coeficiente de encaje, sino por incrementar los fondos que circulan en la banca nacional. Para ello, Conindustria propone que se introduzca al sistema bancario la masa enorme de divisas en efectivos que circula en la economía no bancarizada. Se estima que se trata de entre $4.000 millones y $6.000 millones.
«Existe entre $4.000 y $6.000 millones de dólares no bancarizados. Es un dinero muerto. Pedimos que se permita la intermediación financiera de ese dinero para que se sume a los $1.000 millones de la cartera de créditos actual y se permita prestar más del 30% de los depósitos, para que ese ingreso libere el financiamiento bancario a empresas y a personas naturales», sostuvo.