Insulso, por Simón Boccanegra

Apenas pasaron 48 horas desde que el editorial de este diario señalara que no tardaría Chávez en reconocer que sus groserías contra Insulza fueron una metida de pata, para que ocurriera tal cosa. Ayer recogió velas. Claro, fiel a su naturaleza, lo hizo con su estilo de «no, pero sí», rodeando con alambre de púas sus palabras anteriores pero sin poder disimular, al final del día, lo que en definitiva fue una tronco de reculada.
Arrancada de pura sangre, parada de burro. «Ojalá me lo encuentre en Managua», había dicho, casi como anunciándole que lo iba a agarrar por la pechera. Ayer limitó ese eventual encuentro a darle una explicación de lo que está ocurriendo. Buchipluma nomá. Por otro lado, este minicronista sí cree que la OEA debería emitir una condena ante tamaño desafuero. Eso no lo debería dejar pasar el organismo interamericano, en lugar de limitarse apenas, como hizo, a dar un respaldo a su jefe. A estos desaforados hay que hacerles frente a tiempo. Remember Munich.