Isaías culpa al gobierno, por Teodoro Petkoff
En su discurso ante la Asamblea Nacional, Isaías Rodríguez dijo cosas impresionantes sobre el estado actual de la administración de justicia en nuestro país. Radiografió a las policías, en especial a la policía judicial. “Las policías de investigación están marcadas por vicios que sólo algunas individualidades han superado (…) Asumimos la responsabilidad de denunciar (…) la perversión de buena parte de las individualidades que integran los cuerpos de investigación policial, nacionales, estadales y municipales (…) En muchos de ellos se han infiltrado personas que están involucradas en ajusticiamientos, que muchos de ellos participan en los distintos tipos de secuestros que se llevan a cabo en el país; que extorsionan y muchos de ellos forman parte de organizaciones delictivas, participan en hurtos y robos de vehículos, en tráfico de drogas, y en otros delitos de acción pública”.
Aunque no nos dijo nada nuevo, se agradece la franqueza, pero podría habernos dicho también qué diablos se hace para superar esta absolutamente insólita situación. ¿La Fiscalía no ha sido cómplice de este desastre? La investigación que se realiza sobre los abusos policiales en Guárico ha puesto de manifiesto que los fiscales que actuaron allí fueron amenazados sin que la Fiscalía hiciera nada por protegerlos y las investigaciones fueron luego paralizadas por su traslado, ordenado por la Fiscalía, a otros estados. La existencia de los llamados “grupos de exterminio” en las policías estadales ha sido denunciada muchas veces. Lo de Portuguesa y ahora lo de Guárico es apenas la punta del iceberg. ¿Cuántos juicios lleva adelante la Fiscalía por este concepto? Los agentes policiales de Portuguesa, inicialmente llevados a juicio -los únicos, hasta ahora, que se sepa- después fueron liberados. ¿Cuál es la responsabilidad de la Fiscalía?
Ya en otra parte de su discurso Isaías había dejado dicho que la Fiscalía está en la lona y su capacidad de acción es muy limitada. “El presupuesto del Ministerio Público es el 0,53% del presupuesto global de la Nación y representa sólo el 3,66% del presupuesto asignado al sector justicia (…) Nuestro presupuesto es treinta y nueve veces menor que el de uno solo de los ministerios del Poder Ejecutivo, el MIJ, cuyo monto es de 18% en contraste con nuestro exiguo 0,53% ”. De allí que “Se ha rebasado la carga de trabajo institucional de todos los operadores de justicia, hasta el punto de que no hay ni habrá, con los recursos de que actualmente disponemos los integrantes del nuevo sistema, ni la respuesta debida, ni la respuesta oportuna a las demandas sociales del país”. Isaías desnudó a las policías y a los tribunales, pero no nos dijo ni una palabra sobre los vicios que existen en la Fiscalía. Algunos de los que atribuyó a los cuerpos policiales ¿no existen en la Fiscalía? Habló, por ejemplo, de policías extorsionadores, pero el caso Anderson ¿no demostraría que también pueden existir fiscales extorsionadores? Curiosamente, en toda su extensa “reflexión”, el nombre del fiscal asesinado no apareció por ninguna parte. Ni siquiera como saludo a la bandera.
Una de las conclusiones del Fiscal es lapidaria: “Ello ha generado una crisis cuya dimensión aún no ha sido debidamente percibida por nuestros gobernantes, ni por la mayoría de los poderes que integra el actual Estado venezolano” . Seis años, pues, no han sido suficientes para que “nuestros gobernantes” se hayan dado cuenta de este espantoso y desolador balance, que atañe a la columna vertebral de una sociedad democrática, cual es su sistema de administración de justicia. Aquí se ve clarita la gigantesca mentira y falacia que ha sido esta pretendida “revolución”.