Isaías y Diosdado, por Simón Boccanegra
Autor: Simón Boccanegra
Isaías Rodríguez le afirmó al director de este diario que no podía hacer nada para investigar y sancionar los pinchazos telefónicos y su difusión a través del canal 8, porque, según él, esos son delitos en los cuales la acción corresponde privadamente a la parte agraviada. Isaías se hizo el loco con el artículo 9 de la Ley que protege la privacidad de las comunicaciones y que ordena la acción de oficio de la Fiscalía cuando el delito es cometido por un funcionario público. Pero para no terminar de quedar tan mal, Isaías prometió que hablaría con Vladimir Villegas para pedirle que no siguiera procediendo como el sapo en que se ha convertido. La difusión de una segunda grabación significa una de estas dos cosas: o Isaías habló con Villegas y este no le paró la más mínima bola, dejando al fiscal como un solemne bolsa, o no habló, con lo cual quedó como un charlatán y un embustero. De otro lado, el que seguramente creyó que se la comió fue Diosdado diciendo que las grabaciones las envía al canal gente de oposición. Para ejercer el cinismo se necesitan los años de entrenamiento del vivo inútil. A Diosdado le quedó más bien risible y patética su tentativa de competir con el vivo inútil.