Jesús Faría quiere más censura para que Nicolás haga negocios
Jesús Faría se cree lo que dice o miente con premeditación y alevosía. En cualquiera de las dos alternativas, su “explicación” de las causas de la debacle nacional es lamentable. Este personaje ha sido ministro, diputado, “constituyente” y aspira volver a ser elegido parlamentario. Si lo que dijo en el programa de Vladimir a la Carta es lo que él, y quienes conforman el gobierno cree, Venezuela en sus manos no tiene salida.
Lo más preocupante de lo afirmado por Faría en cuanto a la «ley antibloqueo» que «discutirá» la asamblea constituyente es lo relativo al derecho a la información. Según su apreciación, revelar todo lo que se hace desde el gobierno de Maduro puede afectar que se concrete, por lo que negociaciones y acuerdos con empresas o países deben mantenerse en secreto para que lleguen a feliz término.
Lo dice un personaje que apoya al gobierno más corrupto de la historia nacional, corrupción que se ha expandido y reproducido pese a las denuncias de distintos medios de comunicación y diputados. Corrupción totalmente impune. Ese secreto que se promueve en esa “ley” solo puede fomentar más corrupción y más impunidad.
Para justificar esas intenciones, Faría aseveró que los medios de comunicación que no están bajo el control de Maduro y sus compinches no informan sobre el bloqueo, causa según él de todos los males del país. Se hizo el loco en cuanto a la hegemonía comunicacional que ha venido consolidando el chavismo-madurismo. Lo único cierto que dijo en toda la entrevista es que a VTV la ve poca gente. La falta de credibilidad suele tener esos efectos, camarada Faría.
Esta “ley”, que es cuestionada desde el propio chavismo por violar la Constitución y aumentar el poder de Maduro mientras desde la oposición se señala legalizará la arbitrariedad que se vive en Venezuela, puede ser empleada, y seguramente lo será, para perseguir a la libertad de expresión y restringir aún más el derecho a la información.
En el país ya existe una Ley Resorte y una «ley del odio» que atentan contra el desempeño informativo, otra veintena de instrumentos jurídicos que se usan para censurar a la prensa. Pero Maduro y su combo necesitan más restricciones, más censura, más secretismo y más opacidad para hacer negocios.