¿Juego trancado otra vez?, por Teodoro Petkoff

Cuando el Presidente declara desconocer a la Coordinadora Democrática está añadiendo más dificultades para la concreción de un nuevo clima político en el país a las que ya había creado la CD con la denuncia, sin una base firme, de fraude. “Si tú me desconoces, yo también te desconozco” es lo que pareciera estar diciendo el Presidente. Chávez no puede desconocerle a la CD el derecho de pataleo que él mismo ejerció cuando el Firmazo. La CD ha declarado su inconformidad con los resultados, del mismo modo que Chávez declaró la suya con la recolección de las firmas y proclamó a los cuatro vientos que se había producido un “megafraude”. Para sustentar su tesis Chávez presentó apenas algunos indicios también inconsistentes que, sin embargo, llevaron al CNE a realizar una auditoría profunda (de dudosa pulcritud, como se pudo ver posteriormente), a la cual se sometió pacientemente la CD. Que esta se haya colocado hoy en una postura semejante a la de Chávez después del Firmazo no debería extrañarle ni a él ni a nadie en este país polarizado y minado por la desconfianza.
Al jefe del Estado le salía pues una conducta prudente y también paciente, de reiteración incluso de su invitación al diálogo, aun a pesar de la actitud de la CD, para no matar la posibilidad de un reencuentro entre los venezolanos. Pero, sin esperar siquiera por los efectos en la CD de la segunda auditoría y de los informes sobre ella tanto del Centro Carter como de la OEA, se lanzó a dinamitar los puentes que había comenzado a tender en sus primeros discursos post RR. Una mínima comprensión hacia el estado de ánimo no tanto de la CD como de una parte enorme de los venezolanos que se resiste a creer lo que pasó, obliga a un comportamiento del factor más dinámico y poderoso de la vida nacional (que es el propio gobierno) que ayude a despejar dudas y recelos, pues es sobre el gobierno que recae, en definitiva, la mayor carga de responsabilidades respecto de la paz y la tranquilidad del país.
Para bien o para mal, la CD ejerce la representación de una porción enorme del país, que aun cuestionando determinadas actitudes de esa instancia política, la reconoce como dirigente. Si Chávez no reconoce a la CD, ¿con quién, entonces, que posea representatividad, podría tratar de trabajar en el plano político? Chávez ha invitado a Fedecámaras a conversar y es nuestra opinión que la institución empresarial no debe rechazar esa invitación, para avanzar en el camino de su propia reinstitucionalización gremial y desligarse de comportamientos políticos que no le son propios. Pero, precisamente por ello, ese encuentro no puede sustituir el que debería tener lugar con los factores políticos, cuya implementación tal vez exija del gobierno más paciencia y esfuerzo que el de reunirse con la organización empresarial. Chávez no debería empeñarse en la maña de elegir unilateralmente a sus interlocutores políticos, como ya lo hizo una vez, ni querer ungir como representantes de la oposición a quienes no lo son realmente y con quienes conversar no tendría más efectos prácticos que un mero intercambio de opiniones.
Ahora bien, para la CD los informes de Carter y la OEA sobre la auditoría presentan la oportunidad de desentramparse de la pura denuncia de un “fraude” dudosamente demostrable y recuperar una capacidad de acción política que pueda salir al encuentro del verdadero mensaje que envió el RR: la necesidad de que las dos mitades de Venezuela (porque en números redondos son dos mitades) traten de reconstruir un ambiente de convivencia política que abra la esperanza de que lo que viene no será peor que lo que ya ha ocurrido. El mutuo desconocimiento entre esas dos mitades lleva derechito al callejón sin salida del conflicto crónico.