Juegos de guerra, por Simón Boccanegra
Están pasando cosas extrañas en el dogout del equipo gubernamental. Rojitas dice un día que ya cree haber cumplido su misión y que se va. Pero días después desmiente y dice que no. Rodríguez Ochoa anuncia que está cansado y enfermo. Pero quien lo enferma es Mauricio Rivas, el del Seguro Social. Gilberto había exigido su cabeza y por un momento pareció que lo complacerían. Hasta salió el anuncio de la destitución de Mauricio. Pero llegó el comandante y lo ratificó. Del tiro, a Gilberto le salieron hasta sabañones y botó tierrita. Esqueda destituyó a los jefes del Centro Simón Bolívar, del Metro y de Conavi. Chávez nada que los cambia. Esqueda se pone bravo y renuncia. Pero ahí sigue, aunque, después del cruce de palabras entre el ministro y el presidente, los tres fueron sustituidos. Hurtado Soucre ya recogió papeles y cajas de pantaletas, para ceder el puesto a Lucas Rincón, según dicen. El show aquel habría sido su canto del cisne. Hasta Dávila y José Vicente sienten que el piso se mueve. Chávez, cual Kasparov, piensa sus jugadas. Dicen que no quiere más enroques sino piezas nuevas. Ya se verá.