La Asamblea Nacional va a trabajar, por Simón Boccanegra
La mayoría chavista de la Asamblea Nacional consideró que el tema de Amuay no era digno de que el augusto cuerpo dedicara, como cualquier Parlamento en el mundo, un debate sobre el siniestro y contribuyera a las investigaciones. Tampoco creyó que el caso del asesinato de la embajadora de Venezuela en Kenia, mereciera un debate y la designación de una comisión para que se trasladara al sitio a imponerse de los detalles del asunto. En su momento, la mayoría chavista tampoco quiso que el caso del juez Aponte Aponte fuera discutido, a pesar de que él, como todos los magistrados, son designados por el Parlamento. Esto no es sino una pequeña muestra de la gran cantidad de materias de interés nacional a las cuales la Asamblea Nacional, por obra y gracia de su mayoría, ha omitido debatir. Como en el caso del TSJ, la Asamblea sólo debate sobre lo que Chávez quiere y como a este poco le interesa el Poder Legislativo, pues aparte de acuerdos de apoyo a él o algún aspecto de su gestión, no es casi nada lo que Chávez quiere de la AN. Pero así como se salta a la torera todo cuanto puede importarle al país, es diligente y más rápida que un rayo si se trata de ocuparse de algún asunto que afecte a un parlamentario de la oposición. Tal es el caso de la decisión de someter a debate el asunto que involucra a Juan Carlos Caldera, no se sabe exactamente por cuál razón, puesto que él no ha cometido delito alguno.
No hizo otra cosa que lo que forma parte de los usos y costumbres de los partidos políticos para su financiamiento: pedirle plata a quienes la tienen. A Caldera le ofrecieron una ayuda para su campaña y sencillamente fue a buscarla.
Igualito que cuando Chávez aceptó un millón de dólares de un banco español para su campaña de 1998.