La Cruz de Mayo, por Teodoro Petkoff
Ocupar posiciones de dirección sindical, o simplemente ser un activista sindical en las empresas estatales, se está tornando muy riesgoso. En este momento están sometidos a juicio 85 dirigentes sindicales y activistas, todos pertenecientes a organizaciones laborales del petróleo y de las empresas de Guayana, sobre todo de Sidor. De hecho, hoy 29 de abril, dos días antes del 1º de Mayo, tres de esos dirigentes y once trabajadores más, de una contratista de Sidor, serán sentenciados en el juicio que se les abrió. ¿El «delito» que los llevó al paredón judicial? La violación del artículo 56 de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación, que castiga hasta con diez años de prisión a todo aquel que realice movilizaciones (en este caso, obreras) en las inmediaciones de sedes estatales o gubernamentales, de empresas básicas, de guarniciones militares y de servicios públicos. Este es un típico caso de lo que el dirigente de UNT, Orlando Chirino, define como «criminalización de la protesta obrera».
Se trata de esa represión farisaica, hipócrita, que disfraza su verdadera naturaleza mediante la aplicación de leyes que tipifican como «delitos» determinados actos que en todo país civilizado forman parte de las protestas populares o específicamente obreras. El chacumbelato, mediante la reforma del Código Penal y la citada Ley de Seguridad, se ha dotado de instrumentos que le permiten dar apariencia «legal» a lo que no son sino actos de represión pura y dura. En el caso comentado, se criminaliza una de las más banales formas de protesta popular en este país: el cierre de vías, así como también se acusa a los trabajadores de «apropiación indebida», por unos montacargas que fueran retenidos, como mecanismo de presión, frente a lo que ellos consideraban como intransigencia de la empresa ante sus reclamos. En definitiva, es la mera protesta obrera la que se considera y trata como delito.
Lo paradójico de la situación es que mientras a los sindicalistas y trabajadores de las empresas públicas se les reprime, el chacumbelato propicia en empresas privadas, con la abierta complicidad de la minpopo del Trabajo, la creación de sindicatos paralelos, cuya misión es destruir a los que tradicionalmente agrupan a los trabajadores, así como hostigar a los patronos, utilizando, a veces, procedimientos que van más allá de los que el Estado patrono no tolera en sus empresas, y pretende castigarlos penalmente, como mecanismo de disuasión de las luchas obreras metiendo miedo.
Si algún 1º de Mayo posee un poder de convocatoria especial es el de este año. El movimiento obrero está bajo amenaza. De hecho, el Dr. Maza Zavala, siempre mesurado en sus opiniones, asevera, tajantemente, que en los próximos meses los sindicatos «van a ser eliminados, para sustituirlos por una comisión social que va a depender directamente del gobierno». Nadie puede sentirse ajeno a lo que ocurre en la esfera laboral.
En este momento, trabajadores somos todos y el 1º de Mayo nos llama a todos.