La esperó de pie, por Marisa Iturriza
Autor: Marisa Iturriza
Increíble como ese cuerpo, que lucía tan frágil, tuviera la fortaleza para esperarla de pie. A Ella. A La Muerte. Termina de bañarte. Vamos a desayunar y a recoger el azúcar que Fina nos tiene. Porque ese ingrediente, que antes era común, es “oro en polvo” por la aguda escasez de alimentos y de medicinas, y de paz, que impera en el país. Por lo menos tendría un poquito para endulzar el café de la mañana. Yo lo vi. Déjame secarte la espalda. Vaciló. Estuve ahí. Como pude, lo apoyé contra las losas de la ducha para que no se cayera. Tampoco yo me rendía. Le grité que reaccionara. No me hagas esto. No te caigas. No. Por favor. Ayúdame ¿Quieres sentarte? Empezó a deslizarse. Pensé que era un vahído. Al sentarle en el pequeño taburete no había nada que hacer. Ese momento diminuto fue fulminante. Un leve suspiro entrecortado. No le permitió a Ella su agonía. Había muerto. Como pudimos, Fernando y yo le tendimos en una cama. Incrédulos aún, intentamos el masaje ese que se da en el pecho según las series de televisión. Inútil. Cesó su cada vez más dificultosa respiración de los últimos días. De repente, afuera comenzó a llover torrencialmente… Su rostro no mostró dolor ni miedo sino más palidez que la que el vitiligo impuso a su piel… Estaba tan pálido, tan sereno…
Luego, informar y traer a Ma. Antonia. Aceptar que es natural, claro. Puede ocurrir en cualquier momento. Si. La esperamos, desde luego. Pero Ella siempre nos sorprende cuando llega. Al rato acudió Lupe, su hermana, junto con la cuñada Carmencita y Belén, su sobrina. Y antes, la infaltable Carmen Sofía. Los paramédicos simplemente confirmaron lo que ya sabíamos.
Inicio de trámites para el sepelio. La magia de “las redes” expandió la noticia. Los mensajes inundaron las computadoras. También la televisión. Los teléfonos repicaron constantemente. Elegir el último atuendo que vestiría.
“Polvo eres y en polvo te convertirás”. A él no le gustaba hablar de eso que algún día ocurriría, pero, tal como habíamos conversado en alguna oportunidad, la decisión fue Incineración. Si alguien lo lee, disculpe este relato que corresponde a la intimidad. “Jehová es mi Pastor”.
En la iglesia del cementerio se congregó un gentío al cual agradecemos la solidaridad, respeto y afecto manifestados dentro de esa atmósfera de cálida afinidad de quienes, al mediodía del jueves 8 de marzo del 2018, libremente, acudieron a despedir a Perán Erminy.
Descansa en Paz, mi amor…