La guagua va en reversa, por Simón Boccanegra
La frase que titula estas líneas corresponde a una canción del merenguero dominicano Juan Luis Guerra, que seguramente ha escuchado todo el país. La guagua en Cuba es el autobús venezolano y en la isla de la felicidad están metiendo la palanca, con muchos años de retraso, para tratar, seguimos con Guerra, de enderezar la guagua. Desde hace pocos días los cubanos pueden traspasar sus apartamentos sin tener que sumergirse en el mercado negro. Luego decidieron eliminar el ministerio del azúcar, ente burocrático que acabó con la producción de ese rubro, que por muchos años fue el principal artículo de exportación del país. Apenas el lunes, el gobierno de Raúl Castro decide que los agricultores pueden comercializar por su cuenta lo que produzcan, en un país donde 80% de lo que se comen es importado. Todos son pasos en dirección a promover el mercado, a la «derecha» en la jerga comunista. Son medidas que tratan de mejorar una situación económica casi catastrófica. Mientras eso ocurre allá, los emuladores del sistema cubano en el país toman medidas al revés. Alquilar un inmueble en Venezuela es un suicidio para su propietario, mientras que ayer entró en vigencia la Ley de Precios Justos, donde un burócrata endógeno decidirá a qué precio debe venderse cualquier bien, incluyendo los alimentos. Dicen que nadie escarmienta en cabeza ajena, ni siquiera si esta es la de Fidel y sus secuaces, por lo que Esteban y los suyos van en la dirección contraria a la que está tomando ahora, después de más de cincuenta años, la revolución cubana.
La diferencia es que los venezolanos tenemos la oportunidad, el próximo 7 de octubre, de «meter la palanca» a través del voto y enderezar la guagua en dirección hacia la democracia, la modernidad, el progreso y la justicia social.