La guerra y la paz, por Simón Boccanegra
Las conversaciones en San Vicente del Caguán han renovado la esperanza de que el proceso de paz en Colombia salga del atolladero. La disyuntiva está clara: o coge vuelo la negociación y se llega a un acuerdo de paz o el fracaso de aquella conduce a un escalamiento de la guerra. Pero, en esta ocasión, el escalamiento posee un componente novedoso: el Plan Colombia, la ayuda militar norteamericana, que podría provocar en la guerra un salto de calidad, transformando lo que hasta ahora es una guerra de baja intensidad en una de alto voltaje. Las consecuencias para nuestro país podrían ser catastróficas si las cosas toman el segundo derrotero. No solamente por la perspectiva de un aumento de los desplazamientos de población colombiana hacia nuestro territorio y la posibilidad cierta de que las operaciones del narcotráfico busquen una localización más segura en este lado de la frontera, sino porque tendríamos que mirarnos en el espejo de Laos y Camboya durante la guerra de Vietnam. No sólo por lo que sufrieron como escenario de guerra sino por la inestabilidad política en que se sumieron: cada mes había un nuevo gobierno. ¿Nos interesa o no la paz en Colombia? Parece obvia la respuesta.