La hiperinflación cumple dos años haciendo polvo la calidad de vida del venezolano (y II)
En noviembre de 2017 Venezuela entró en hiperinflación por primera vez en su historia. Desde entonces el venezolano ha perdido su poder adquisitivo a una velocidad vertiginosa, lo que ha generado un empobrecimiento generalizado de la población
A sus 58 años de edad, Nereida Palacios sigue despertándose todos los días a las cinco de la mañana para ir a trabajar. “Cuando era joven juraba que con mi pensión podía retirarme, pero hoy todavía sigo trabajando porque con ese dinero no puedo comprar ni una caja de aspirina”. La hiperinflación, que este mes de noviembre cumple dos años haciendo estragos en el bolsillo del venezolano, ha reducido a polvo cada uno de los más de veinte inconsultos ajustes del salario mínimo y de la pensión que ha aprobado Nicolás Maduro en los últimos seis años.
Palacios estaba de pie frente a uno de los 26 expendios de carne que hay el mercado de Quinta Crespo, una zona popular en el centro de Caracas. Mientras esperaba que los carniceros terminaran de preparar su pedido, expresó que ahora le da pena comprar comida. “Hay muchas personas que no pueden comerse ni una arepa sola”, dijo la pensionada, que en medio de la peor crisis económica que ha sufrido el país se siente afortunada entre los más de 4 millones de pensionados que hay en Venezuela, según el Instituto de Seguros Sociales (IVSS). “No he visto la pensión porque no me sirve para nada”, añadió antes de pagar por la carne que adquirió gracias a que sigue trabajando para poder comer.
Gladys Bermúdez, pensionada y jubilada del Ministerio de la Defensa, no siente que ha corrido con suerte a lo largo de los últimos dos años. La mujer de 73 años de edad, de piel morena, pelo canoso y que vestía una sencilla camiseta de color naranja, hacía cola en un frigorífico a las afueras del mercado de Quinta Crespo, donde el kilo de pollo estaba en 39.000 y el de muslo en 41.000 bolívares. “Esta situación es horrible. Ayer costaba 40.000 y ya hoy está en 41.000”.
Ella sí fue a retirar su pensión en el banco, donde solo le dieron 70.000 de los 260.000 bolívares que informó el IVSS que iban a cobrar los adultos mayores. Era lo único que podía entregar la agencia. “Eso es medio cartón de huevos y un azúcar”, sacó la cuenta. “Si consigues para dos comidas al día no consigues para la tercera”, añadió Bermúdez, quien por la hiperinflación se ha tenido que despedir de la carne e incluso de costumbres tan sencillas como acompañar el almuerzo con un jugo de frutas.
En noviembre de 2017 Venezuela entró en hiperinflación por primera vez en su historia republicana. La tasa mensual rebasó la barrera de 50%, cifra mínima para que una nación pase a un proceso hiperinflacionario, de acuerdo con lo establecido en 1956 por el economista Philip Cagan. Según la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN), en ese mes la inflación fue de 56,7%. Desde entonces el venezolano ha perdido su poder adquisitivo a una velocidad vertiginosa, lo que ha generado un empobrecimiento generalizado de la población.
Es además la primera hiperinflación de América Latina desde el año 1990. La última que sufrió la región fue la de Perú en ese año. “Treinta años que este continente no sabía lo que era una hiperinflación y Venezuela es la segunda hiperinflación del mundo en el siglo XXI. Zimbabue y nosotros. Ese es el triste récord de las personas que han gobernado este país en los últimos 20 años. Un país empobrecido, depauperado y devastado”, sostiene el economista José Manuel Puente.
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La hiperinflación que vive Venezuela ha sido tan severa que hasta revivió los cinco ceros que Maduro le quitó al bolívar con la reconversión monetaria que entró en vigencia el 20 de agosto de 2018. Hace dos años un kilo de pasta larga se conseguía en 38.000 bolívares fuertes. El pasado 30 de octubre una comerciante ofrecía el mismo producto en 38.000 bolívares, pero de los actuales; es decir, 3.800.000.000 millones de los vigentes en 2017.
El incremento acelerado de los precios también dejó atrás la capacidad de compra de los billetes de 2, 5, 10, 20, 50, 100, 200 y 500 bolívares, que apenas llevan poco más de un año en circulación. El relativamente nuevo de 10.000 no compra ni un dólar, el de 20.000 ni un kilo de harina de maíz precocida, y el de 50.000 ni un cartón de huevos.
Abajo las ventas
Los efectos de dos años de hiperinflación también los han sufrido los comerciantes. Han visto una indetenible caída de sus ventas. Al mediodía del miércoles 30 de octubre, cuando ya los pensionados cobraron y algunos trabajadores recibieron su fin de mes, no había muchos consumidores en el mercado, y no todos cargaban bolsas en sus manos. A lo largo de uno de los pasillos del mercado de Quinta Crespo, flanqueado por las neveras medio llenas de las carnicerías, se podía caminar tranquilamente. Hace cuatro años una persona podía salir de allí con seis kilos de carne, hoy con apenas dos, a 65.000 bolívares la de primera, afirmaron dos carniceros.
Por ejemplo, hace tres años una pequeña venta de pollo ubicada dentro del mercado podía vender unos 1.200 pollos enteros en una semana. Ahora cuesta que se agoten 30.
Y mientras las ventas caen, los precios, imparables, siguen subiendo. “El pollo ha subido tres veces. La semana pasada costaba 36.000, el martes subió a 41.600 y ahora está en 43.000, y ya los distribuidores nos dijeron que mañana (jueves) llega con otro precio”, dijo el comerciante.
“Casi hay que rogarle a la gente, meterle los productos a los ojos para que nos compren”, expresó la vendedora de otro puesto del mercado, que ofrece productos básicos como harina de maíz precocida a 26.900, arroz a 32.500 y pasta larga a 38.000 bolívares. “Ya no podemos comprar mercancía como antes. A esta fecha uno ya tenía mercancía comprada para Navidad, entre 10 y 20 cajas de productos como panetones, melocotones y leche condensada, ahorita dos y si acaso”, afirmó la comerciante, quien además recordó que dos años atrás los precios incluso podían durar unos tres meses mientras que ahora suben todos los días.
En noviembre de 2017 un cartón de huevos valía lo equivalente a 1,2 bolívares del cono monetario vigente. Un año después, buhoneros en Quinta Crespo ofrecían el producto en 640 bolívares, ya que el alimento desapareció del mercado desde que el gobierno reguló su precio a finales de agosto. Y hoy, en 2019, el mismo producto se consigue en el mismo centro en 78.000 bolívares, lo que significa que en los últimos dos años el cartón con 30 huevos aumentó 6.499.900%.
“En 2017 yo vendía 70 cajas con 12 cartones cada una. Hoy 20 y en el mejor de los casos”, dijo uno de los comerciantes del rubro.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que Venezuela cierre el año con una inflación de 200.000%, la proyección más alta hasta ahora, seguida de Zimbabue (182,9%), Argentina (57,3%), Sudán (56,9%), Sudán del Sur (35,9%), Irán (31,1%), Liberia (20,6%), Haití (19,7%), Angola (17%) y Uzbekistán (15,6%).
En el documento sobre las Perspectivas Económicas Globales, el FMI asegura que la profunda crisis humanitaria y la “implosión económica” continuarán teniendo en Venezuela un “impacto devastador” en la población, principalmente en aquellos cuyos ingresos no alcanzan ni siquiera para cubrir sus necesidades mínimas de alimentación, que son cerca de ocho millones de venezolanos, que dependen directamente del sector público, entre empleados, pensionados y personas que reciben algún tipo de bono.