La justicia en el banquillo, por Simón Boccanegra
Entre la asombrosa cadena de inhibiciones judiciales que signan el calvario de Linda Loaiza y el caso del juez que supuestamente pretendió extorsionar al jefe de la policía judicial (quien, por cierto, también está acusado por sus subalternos de movidas sospechosas con la caja de ahorros del cuerpo que dirige), tenemos una muestra del desastre que ha sido la inefable reforma del Poder Judicial adelantada por el chavismo.Todo comenzó con aquella comisión que presidiera Manuel Quijada y cuyo temprano fracaso anunció lo que ahora está saliendo a flote. Las peripecias de la Dirección de la Magistratura, que ahora ni huele ni hiede ni se sabe de que se ocupa, son emblemáticas de una reforma que nunca fue seriamente adelantada. Nombrando jueces de provisionalidad permanente,muchos de ellos, como este León Villanueva, urgidos de una pasantía por la Misión Ribas porque ni siquiera saben escribir correctamente, verdaderos piratas de la profesión, cuyo único mérito es una probablemente oportunista adhesión a la “revolución”, el chavismo ha montado un Poder Judicial que ha resultado un remedio peor que la enfermedad que pretendía curar.