La ley, estúpido, la ley; por Simón Boccanegra
Este asunto de los bingos se está hinchando por pura y simple incapacidad del Ejecutivo. Se entiende que el presidente tiene preocupaciones intergalácticas y que los bingos son materia de muy poca monta ante aquellas, pero una cosa sencilla de enfrentar se está complicando innecesariamente. Apliquen la ley. Con eso es suficiente. Después ven si la reforman, pero por ahora, aplíquenla. Si en un municipio se hace una solicitud para instalar salas de juego, el Ejecutivo decide si declara o no «municipio turístico» al sitio en cuestión. Si la respuesta es negativa, no hay nada que hacer y váyase con su bingo a otra parte. Si es positiva, pues convóquese el referéndum para que la comunidad decida si quiere o no salas de juego. Si gana el Sí, pues se instala el garito; de lo contrario, no se instala. Esto se hizo en Margarita, en Puerto La Cruz y en Vargas en tiempos del «oprobioso» gobierno calderista, y funcionó sin problemas. Pero está visto que esta gente de la Quinta tiene dificultades hasta para amarrarse las trenzas de los zapatos. Esto, para no pensar que se trata de «incapacidad» deliberada, para montar la olla del guiso.