La lógica de Pedro Carreño, por Simón Boccanegra
El inefable Pedro Carreño saltó al ruedo para investigar a dos ONG que monitorean el desempeño del sector público. Su argumento, según la lógica del absurdo, es que esa función «corresponde al pueblo». ¿Cómo haría «el pueblo» para cumplir esa función?
El inefable Pedro Carreño saltó al ruedo para anunciar una investigación a dos ONG que monitorean el desempeño del sector público. Una se ocupa de escrutar a la Asamblea Nacional y, en particular, la asistencia de los diputados a las sesiones plenarias y a sus respectivas comisiones.
Se trata de «Monitor Legislativo». Por cierto sin ningún sesgo; allí caen por igual oficialistas y opositores. La otra es la muy acreditada «Transparencia Venezuela», cuyo ámbito de operaciones es la administración de los dineros del Estado en sus diferentes instancias, desde las municipales hasta las nacionales.
A Pedro no le gustan ninguna de las dos. Dijo que nadie tiene que estar metiendo sus narices en la Asamblea Nacional ni tampoco en la administración pública en general.
Su argumento, según la lógica del absurdo, que Carreño ha desarrollado hasta extremos exquisitos, es que esa función «corresponde al pueblo». El «pueblo» se torna poco a poco en una categoría metafísica. ¿Cómo haría «el pueblo» en general para cumplir esa función? ¿No tendría que ser a través de organizaciones con ese cometido? ¿Las dos ONG amenazadas noson parte del «pueblo»? Según el diputado, no. Porque para él, «pueblo» es sólo aquella parte de éste que se identifica con el anteriormente llamado «proceso».
Ya dejaron en la carraplana a las ONG defensoras de DDHH, que sobreviven a duras penas, pero sobreviven. Se les habían escapado estas dos pero para eso está el ojo de águila de Pedro Carreño.
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