La minería ilegal en Venezuela exporta también malaria a otros países de la región
Brasil, con 6.614 contagios, es la nación con más casos de malaria que llegaron de Venezuela desde zonas donde se ejecuta la minería ilegal, seguido de Colombia con 1.684 y Guyana con 1.056
La otra tragedia de la minería ilegal en Venezuela se centra en el aumento de enfermedades que habían sido erradicadas en el país. Desde áreas del amazonas venezolano y del arco minero del Orinoco no solo han llevado los brotes de malaria y difteria hasta 23 estados, sino que también las exportan hacia otras naciones de la región latinoamericana.
Académicos resaltan que el problema de la malaria en el país es ya regional, debido a que en los últimos tres años entre 50% y 53% de los casos en la región provienen de Venezuela. Y un dato aun más contundente: 90% de las afecciones que se diagnosticaron en Brasil son importados de la nación venezolana.
Muchas personas han emigrado desde los estados Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro, donde se lleva a cabo desde hace varios años una indiscriminada minería artesanal o ilegal, pero también a través del proyecto del arco minero del Orinoco impulsado por la administración de Nicolás Maduro y duramente criticado por los riesgos que implica al ejecutarse esta actividad de manera indiscriminada en prácticamente 12% del territorio venezolano.
Desde el sur del país se explota bauxita, coltán, diamantes y oro, mientras grupos extraños conviven con más de 34 comunidades indígenas; al tiempo que la tala y el uso de mercurio afectan y contaminan tierras y ríos.
Los tres estados que abarcan la minería y donde han aumentado exponencialmente las enfermedades trasmitidas por el agua y los mosquitos, comparten una extensa línea fronteriza con Colombia, Brasil y Guyana. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que en 2019, más de 300.000 casos de malaria ocurrieron en Venezuela, de esos contagios, 10% ocurrieron en Bolívar; mientras que en Amazonas la enfermedad causó 21% de las muertes y 25% de los fallecimientos en Delta Amacuro.
Leopoldo Villegas, médico infectólogo y miembro de la Academia Nacional de Medicina, refiere que igualmente las enfermedades respiratorias agudas, fiebre y diarreas se han incrementado en los últimos años, y afecta los estados Bolívar y zonas del Amazonas.
«La gente que emigra ha llevado ya los casos de malaria a los 23 estados, prácticamente ya en todo el país. Pero también, Venezuela es el principal país con la mayor carga de malaria en la región y las medidas de control han fallado. Se requiere de una estrategia clara y eficiente para combatirla», dijo durante su participación en el foro Minería ilegal en el Escudo de la Guayana Venezolana, organizado por la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.
De acuerdo a los datos aportados por Villegas, Brasil es la nación con más casos de malaria que llegaron desde Venezuela con 4.641 contagios, seguido de Colombia con 1.684, Guyana con 1.056, Ecuador con 23, Perú con 22, Argentina con 10 y Uruguay con tres casos. Destaca que se observa una reintroducción de la malaria no solo desde la parte sur hacia las zonas centrales y costeras del país, sino también la mayor reintroducción de malaria en el Continente.
«La crisis económica y social ha favorecido la movilización de muchas personas hacia las zonas mineras como una alternativa de ingreso, y ese gran proceso de migración interna y externa hacia el resto de los países de la región ha permitido la inseminación de muchas enfermedades. Venezuela tiene un sistema sanitario que no puede responder a las necesidades básicas de la población y controlar efectivamente las epidemias sin ayuda externa», señaló Villegas.
Recordó que existen en el país varias epidemias como la de sarampión, difteria, VIH, tuberculosis, malaria, tosferina, hepatitis y diarrea, pero adicionalmente se incrementaron casos de fiebre amarilla en 2019 y ahora covid-19 en 2020. Según datos oficiales, 33% de los casos de malaria en el país son de personas que trabajan en la minería, 17% son niños, 12% son indígenas y 1% son embarazadas.
Los datos del Ministerio de la Salud revelan además un aumento de casos de malaria en la población infantil. Se han diagnosticado 305.000 menores de 19 años con esta afección y de ellos, 45.000 niños están haciendo labores de minería.
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«Las zonas tropicales del arco minero del Orinoco son áreas muy calientes con algunas zonas frías en las montañas, pero con las condiciones ideales para la transmisión de diferentes enfermedades que se transmiten a través de mosquitos (…) Esta situación no está desconectada de todo el país, existe una crisis humanitaria compleja y además en estos estados al sur de Venezuela es donde se encuentra la mayoría de la población se encuentra en pobreza extrema muchos de ellos con comunidades indígenas», acotó Villegas durante su ponencia Minería y salud en el Arco Minero: una tormenta perfecta.
Por otra parte, el académico señala que de acuerdo a los estudios que se han hecho de las cifras oficiales y de los reportes propios de los casos de malaria en el país y de la OMS, se ha evidenciado que el número de casos es el doble de lo que reflejan los informes del Ministerio de la Salud. «Para el año 2018, Venezuela pasó del millón de casos de malaria, según los análisis«.
En la región también se ha visto afectada la población por otras patologías de transmisión sexual, VIH, alcoholismo y drogadicción.
Sin control
El doctor Leopoldo Villegas sostiene que es posible controlar la malaria, pero que se debe atender la emergencia humanitaria compleja. Entre las medidas a corto y mediano plazo es imprescindible el acceso al agua potable, alimentos y artículos de primera necesidad, pero también incrementar la cobertura de las indemnizaciones y el control efectivo de las epidemias. «Tenemos un generación que ya viene con un déficit nutricional importante y esto tiene consecuencias graves en la vida de la población».
Recordó que tres países con tradición en el negocio minero pudieron combatir la enfermedad, ellos son Suráfrica y Ghana con el sector privado, y Surinam con el sector público.
Pero en Venezuela -dice- implica ejecutar varias actividades, algunas de ellas en zonas muy remotas, equipos de malariología móviles y fijos en las regiones más afectadas (focos) y manejar información epidemiológica que actualmente es controlada por el Estado.
La investigadora y docente de la Universidad Central de Venezuela (UCV), María Eugenia Grillet, señala que es muy complejo plantear un programa de control de malaria teniendo como la fuente original las áreas mineras. «Será difícil su erradicación mientras continúe la minería ilegal y la gente siga viajando hacia esas regiones y trasladándose hacia otros estados. No veo de que manera se pudiera controlar esta y otras enfermedades en ese desorden que existe en el área».
Grillet coincide que una serie de factores negativos han llegado a Venezuela que la colocan en «una tormenta perfecta». En primer lugar, las modificaciones de las políticas mineras y de saneamiento ambiental; en segundo lugar, el conflicto entre mafias, guerrilleros y funcionarios militares; además de una crisis económica que ha llevado incluso a una tráfico de medicamentos antimaláricos desde Brasil, por la crisis de acceso a medicamentos en Venezuela.
Refirió que en 2019, Venezuela fue el primer país latinoamericano con más casos de malaria y que Bolívar ha contribuido con entre 60% a 80% de los casos.
Pero también hay nuevos focos de malaria en los Valles del Tuy y hasta en el estado Zulia, es decir, hay «malaria urbana», y que por cada caso tratado en centros de salud hay cuatro infectados asintomáticos en las áreas donde los focos de la enfermedad aparecen y seis en las zonas mineras.