La nomenclatura de la arepa, por Miro Popic
No vamos a comenzar nuevamente con eso de si la arepa es colombiana o de cualquier otro lado. Está claro, y así lo reconocen los diccionarios especializados, que la voz arepa es indígena, propia de los cumanagotos que poblaron el oriente de nuestro país. Según el DRAE, que norma el idioma español, cumanagoto designa a “una persona del pueblo amerindio caribe que habitó en la antigua provincia de Nueva Andalucía o Cumaná, y cuyos descendientes habitan actualmente al norte del estado Anzoátegui, en Venezuela”. En la lengua hablada por esos viejos parientes nuestros, al maíz lo llamaban erepa que con el uso derivó en a-re-pa. Es más, también llaman aripo a una plancha circular de metal o de arcilla donde se tuestan las arepas, que hoy conocemos nosotros como budare y los mexicanos como comal.
Luego de más de cuatro mil años de uso y de consumo, la arepa se sigue comiendo y llamando por su nombre, arepa. Como lo dice el académico de la lengua Francisco Javier Pérez: “Se trata de una voz patrimonial, cuyo arraigo y significación, están estrechamente ligados, más allá del ámbito de la alimentación, a la representación de la cultura venezolana. La semántica de la arepa ha venido crecientemente a permitir nuevas posibilidades significativas y a propiciar amplios campos de desarrollo metafórico”.
La lexicología se ocupa del estudio de la lengua y las relaciones que se establecen entre ellas. Cuando uno busca la palabra arepa, la riqueza y profusión de sus manifestaciones es enorme y, muy importante, en constante evolución. Esto comenzó desde que Cristóbal Colón escribió la palabra indígena bohío por primera vez en un texto en castellano, el 21 de octubre de 1492, a la que pronto le siguió cazabe, el 26 de diciembre, ají el 15 de enero de 1493 y muchas más que hoy son universales.
La palabra arepa se escribió por primera vez en italiano, cuando Galeotto Cey, en su libro Viaje y descripción de las Indias 1539-1553, le contó al mundo de nuestro pan originario: “Hacen otra suerte de pan a modo de tortillas, de un dedo de grueso redondas y gruesas como un plato a la francesa, poco más o menos, y la ponen a cocer en una tortera sobre el fuego, untándolas con grasa para que no se peguen, volteándolas hasta que estén cocidas por ambos lados y a esta clase llaman areppas” (sic).
En su paso del nombre común al nombre propio, la arepa participa en múltiples manifestaciones que abarcan variantes de todo tipo, imposibles de mencionar todas en este escrito, no solo por lo extensas que son, sino porque nos puede caer encima cualquier amargado que no entiende el sentir popular ni el humor del pueblo. Si no, pregúntenle a doña Olga Mata Gil y sus 15 minutos de fama, que acumuló más de 150 mil seguidores y 760 mil like, antes de que desapareciera su cuenta.
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Una prueba de la riqueza de la palaba arepa la tenemos en el Diccionario Histórico del Español en Venezuela (Caracas, 2011) de Francisco Javier Pérez, editado por la Fundación Polar. La entrada del término abarca 27 páginas que van desde la designación del alimento en el sentido general de pan de maíz venezolano, hasta las más insospechadas asociaciones que abarcan casi todo el espectro social, incluyendo lo deportivo y, obviamente, lo político.
Arepazo le decían antes al golpe dado a otra persona en la cara con la mano abierta, es decir, lo que hizo Will Smith con Cris Rock en la entrega del Oscar. Arepa de vieja le dicen en Margarita a un pan dulce que hacen en La Asunción, con harina de yuca, papelón y anís que envuelven en hoja de plátano para conservarlo suave y fresco. Arepa conchuda es la que se come fría, de noche, cuando no hay más que eso para cenar. Arepita de horno llaman en Mérida al pan de maíz dulce horneado que comenzó a elaborarse en los primeros conventos de Los Andes.
No creo que alguno de ustedes haya jugado a arepita quemada, un juego infantil donde uno pregunta “¿cuántas arepitas hay en el horno? y otro responde “veinticinco y una quemada”. Cuando los tiempos están difíciles, como los de ahora, donde cuesta trabajo ganarse la vida, decimos que la arepa se pone cuadrada, porque ya son lejanos los tiempos en que cada niño venezolano nacía con una arepa bajo el brazo. Ahora hay que salir a buscar la arepa, caminar, esforzarse, trabajar duro para lograr sustento. El que no pila no come arepa, decían antes de que saliera la harina P.A.N, lean bien, escribí P.A.N. y no PRAN.
Podríamos seguir llenando página con el uso de la voz arepa no solo en Venezuela, sino en otros países cercanos y hasta en las islas Canarias, donde dicen que arepa es un canarismo. Lo más certero que podemos decir es que la arepa nació viuda. En sus orígenes siempre se comió sola. Era, en esencia, la comida. Lo de los rellenos vino después, mucho después, hace poco menos de cien años cuando se popularizan las tostadas y cada quien inventa la suya. Y nadie fue preso por eso. ¿Cómo la quiere usted señor? La mía sin censura, por favor.
Miro Popić es cocinólogo. Escritor de vinos y gastronomía.