La pena del banquillo, por Humberto Mendoza D´Paola
Autor: Humberto Mendoza D´Paola | @Giminiano
La doctrina y jurisprudencia española son contestes en señalar en lo que se entiende por “Pena de Banquillo”: La pena de banquillo es una expresión acuñada en el mundo de la curia judicial para definir aquellas situaciones en las que sin suficiente base legal se lleva a una persona al banquillo de los acusados para luego absolverle por no existir los requisitos para condenarle, pero con el «banquillo» sufre la pena de escarnio y humillación de conocer el duro banco que siempre tiene un valor estigmatizante. Es decir, que en España el sometimiento a juicio sin base jurídica tiene un carácter socialmente y políticamente perjudicial.
Pero en el caso venezolano, nuestros juristas de horror y sus patronos han encontrado una cualidad más efectiva que la de estigmatizar al encausado, cual es: o la pérdida de su libertar o la sujeción a medidas restrictivas de la misma por tiempo indefinido, causando una tremenda pérdida en los derechos de los perseguidos y sus familias.
En el caso de las acusaciones de Diosdado Cabello contra los directivos de las compañías propietarios de los medios Tal Cual, La Patilla y El Nacional, se materializa lo que denomina Alberto Arteaga Sánchez, una condena anticipada y sine die; no al escarnio, sino al más grotesco menoscabo de la libertad personal. Me explico: sin comenzar el juicio oral y público, los directores de la Editorial La Mosca Analfabeta, C.A., se encuentran desde hace cuatro años sin poder salir país y con la obligación so pena de encarcelamiento de presentarse cada ocho días ante el tribunal.
En esa situación se encuentran Manuel Puyana Santander y Juan Antonio Golía. Hasta hace dos meses, también la padeció Teodoro Petkoff. Francisco Layrisse, eminente ingeniero, está sujeto a las mismas medidas con la diferencia de que por su trabajo y razones de salud, desde hace más de siete años reside fuera del país, al cual no podrá venir a menos de que desee ser atrapado por la condena anticipada y no pueda regresar a su trabajo en Reinosa, México, y a su tratamiento en Houston, Estados Unidos.
Ellos han sido condenados anticipadamente a esta versión revolucionaria de la pena del banquillo, no porque los desprestigie o exponga al escarnio público, sino porque sus libertades personales fueron conculcadas sin que siquiera estemos ante el comienzo del juicio. El presunto delito de difamación, respecto del cual no hay relación entre hecho y autoría de los encausados, está absoluta y evidentemente prescrito (prescribe a un año), el proceso ha sido abandonado por el acusador en más de dos oportunidades, las medidas han excedido el límite temporal que establece taxativamente la ley… pero ante los jueces del horror no hay ley ni argumento que valga.
En la misma situación están los directivos de El Nacional (menos uno) y mis cuatro fraternos amigos de La Patilla. Total indefensión. Antes de que desaparecieran los productos fundamentales de nuestra dieta, ya se había esfumado uno vital: la Justicia. Todo Hecho en Robolución!
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