La peregrina tesis del sabotaje, por Simón Boccanegra
Raro que desde el primer minuto no saltó el perro de presa del 8 a hablar de sabotaje, en la tragedia de Paraguaná. Quizás esperó que, pasadas las primeras horas de desconcierto, desde la cúpula podrida del régimen le bajaran la línea. En todo caso, salió de su sopor y puso en órbita la tesis del sabotaje, aunada a la de desestabilización y terrorismo. No podía no ser así.
Carentes de una explicación racional y habiendo Chacumbele peleado con cuanto periodista le hacía preguntas incómodas, tan sólo para dejar asentadas las bases de la matriz de opinión que desea imponer, ahora la campaña del gobierno se orienta a buscar y proporcionar evidencias del fulano sabotaje. Aquí los verdaderos saboteadores son los que, de Chacu para abajo, diezmaron las filas de Pdvsa al botar de la empresa exactamente a la mitad de sus trabajadores de entonces, incluyendo buena parte de toda la plana gerencial y técnica. Poniendo las cosas en su justo lugar, un venezolano común hubiera entendido que el gobierno tomase represalias contra los promotores del paro, que no serían más allá de unos pocos centenares de personas.
Pero lo que no podía caber en la cabeza de nadie era que se produjera un despido masivo que alcanzó a 22 mil trabajadores, desmantelando literalmente la operatividad de la empresa. Se trata probablemente de la peor y más feroz represalia antilaboral producida en la historia universal de las luchas entre patronos y trabajadores. La faena se completó con el enganche de miles de trabajadores sin ninguna experiencia en el petróleo, lo cual, naturalmente, se ha reflejado tanto en la caída de la producción como en la proporción, sin analogía alguna en el pasado, de accidentes mortales. ¿Puede extrañar que en algún momento se produjese una desgracia como la de Amuay?
