La policía migratoria da sus primeros pasos al son de la improvisación
Apenas fue hasta el 18 de octubre cuando el ministro de Interior y Justicia Néstor Reverol, activó el nuevo servicio de la policía migratoria en el principal aeropuerto del país, pero no así en otros puntos fronterizos
Autor: Roison Figuera | Orianny Granado
El 5 de octubre, la vicepresidenta Delcy Rodríguez informó sobre la creación de un nuevo cuerpo de seguridad. Encargada de resguardar los 74 puntos fronterizos del país, la recién formada Policía Migratoria sería un cuerpo «altamente especializado», según Rodríguez, que tendrá a su custodia puertos, aeropuertos, terminales terrestres y pasos internacionales.
“Ha nacido en Venezuela la Policía Migratoria para preservar la seguridad ciudadana, para tener un control migratorio”, señaló en su momento la vicepresidenta, quien agregó que este cuerpo de seguridad hará frente a la «campaña de falsedades” contra Venezuela, aduciendo a la masiva migración de connacionales.
Si es un cuerpo «muy especializado» es algo que está por verse. De momento, solo ha suplantado funciones anteriormente desempeñadas por el Servicio Administrativo de Identificación Migración y Extranjería (Saime) y de funcionarios de la Guardia Nacional. De hecho, con la llegada de los funcionarios al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, el color aceituna del uniforme de la GN luce disipado por la tela de camuflaje de los efectivos migratorios.
Esto significa que la GN ahora solo realiza el check in de las aerolíneas, cuando anteriormente estaba en cada rincón del terminal aéreo, desde los exteriores hasta los puntos de control previos al embarque en el avión.
Nada cambia
– ¿A dónde vas?, ¿cuándo regresas? y ¿qué va a hacer? Estas son algunas de las preguntas que quienes van a salir del país deben responder a los funcionarios de la recién creada Policía Migratoria, un cuerpo que desde el pasado 18 de octubre vigila los puntos migratorios del país.
Ahora, junto a los viajeros y familias despidiéndose, en los pasillos previos a la entrada de migración se conjugan funcionarios de la nueva policía y estudiantes de la Universidad de la Seguridad (UNES).
– ¿A qué te dedicas? ¿Viajas solo? ¿Qué harás en ese país? ¿Ya tienes el pasaje de regreso? Son otras de las interrogantes que quienes parten deben aclarar a los nuevos funcionarios, preguntas muy similares a las formuladas por los agentes del Saime, que anteriormente ejercían esas funciones y fueron desplazados por el nuevo cuerpo policial.
Quienes van a países como Colombia, Perú, Ecuador o República Dominicana son los más revisados por los oficiales. Michelle Vásquez, venezolana que sale a hacer turismo en Estados Unidos, afirma que cuando dijo al primer oficial que iba a esa nación el resto de los procedimientos fueron básicos, mientras que a los viajeros que se dirigían a Latinoamérica les hacían revisiones más “profundas».
Lenta y no tan segura
Apenas fue hasta el 18 de octubre cuando el ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol, activó el nuevo servicio de la Policía Migratoria en el principal aeropuerto del país, donde fueron desplegados unos 80 funcionarios.
Según el ministro, todos están especializados en la lucha contra “el crimen organizado internacional y de corrientes delictivas migratorias”; haciendo una revisión exhaustiva a los que salen pero también para los que ingresan al país, incluidos los extranjeros.
«Es cuestión de suerte salir rápido o tarde», responden los maleteros al ser consultados sobre cuánto tiempo podría demorar una persona en el punto de control al llegar al país. La pregunta surge frecuentemente por quienes esperan ver entre el abrir y cerrar de las puertas de la zona de desembarque la figura de su ser querido finalmente llegando a Venezuela.
Pero apenas comenzó a ejercer funciones, comenzaron las quejas contra la Policía Migratoria. La prensa litoralense reseña declaraciones de Gildemar Rodríguez, una viajera quien manifestó que en su llegada, el chequeo consistió en contarle todo el dinero que traía y preguntarle de dónde había sacado los dólares. Ante esto, Rodríguez preguntó las razones por las que contabilizaban las divisas y la respuesta fue: «eso está en las leyes».
“No sé en qué ley dice que ellos (los funcionarios de la policía migratoria) te tienen que revisar todo el equipaje que traes, así como uno a uno cada billete. Eso es desagradable”, dijo, según el diario La Verdad.
¿Policía independiente?
La policía migratoria no nació como un organismo independiente, solo es un apéndice de la no muy bien vista Policía Nacional Bolivariana, que desde su lanzamiento ha ganado una bien fundada fama de cuerpo poco dado a respetar las libertades.
Hasta ahora se prevé que el nuevo organismo abarque los puestos de control fronterizos con Colombia en los estados Apure, Amazonas, Bolívar, Zulia, Táchira y todo el litoral venezolano “para la atención de situaciones irregulares en materia de migraciones”.
“Con estas acciones seguimos profundizando las políticas en seguridad ciudadana, así como la investigación científica, el comportamiento de la criminalidad y el paramilitarismo colombiano, que se infiltra en nuestro territorio para desestabilizar a nuestra patria”, dice un mensaje difundido por el Ministerio de Interior.
Por su parte, el ministro para la Defensa, Vladimir Padrino López, dijo que Néstor Reverol ya cuenta con la hoja de ruta para profundizar la policía migratoria e ir definiendo sus funciones, así como ir sectorizándola para que pueda tomar autoridad en temas migratorios.
“Debe haber un proceso educativo para que este cuerpo nazca bien y se desarrolle bien a lo largo de su trayectoria de formación. Vamos a tener una policía migratoria fuerte, consistente, de principios, con mucha autoridad que permita cumplir con sus tareas”, detalló en ese momento.
Mientras esto ocurre, los funcionarios del Saime que hacían vida laboral en el aeropuerto de Maiquetía, se mantienen a las expectativa de cuáles serán sus nuevas labores, y es que las 50 taquillas, las 18 puertas de salida y 23 de entradas que antes estaban a cargo de este personal, ahora están custodiadas por la Policía Migratoria.
De confiscar a secuestrar
Yorgelis Vivas, quien salió del país por Táchira una semana después de haber arrancado el nuevo cuerpo migratorio, manifestó que la confiscación de dinero en efectivo, medicinas, ropa y calzado es constante.
Dijo a TalCual que para ese entonces aun la GN estaba en los puntos de control. Al mismo tiempo, aseguró que cuando los usuarios decían que iban al exterior, las requisas eran exhaustivas y despectivas; y los viajeros tenían que esconder el dinero y las pertenencias importantes para evitar que los uniformados les decomisaran sus productos.
Aunque el pasado 5 de noviembre Padrino López aseveró que el cuerpo fue creado a fin de contrarrestar la política que «se ha exacerbado a nivel imperial con el tema migratorio de Venezuela» y que los funcionarios tendrían la tarea de «humanizar y hacer mas efectivo los procesos migratorios del país, además de salvaguardar los derechos humanos de los migrantes». Pero lo expuesto por el titular de la cartera ministerial no está muy vinculado con la realidad.
De hecho, en el poco tiempo de conformada la Policía Migratoria ya ha dado sus primeros pasos en el mundo delictivo: el pasado lunes 12 de noviembre agentes del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas), adscritos al estado Táchira, capturaron a dos funcionarios de la Policía Migratoria junto a un civil, por su presunta participación en el secuestro del ciudadano Wuilcar González.
Los detenidos fueron identificados como Edith Lisbeth Torres Vivas, jefa del Servicio de Migración y de la estación de policía de Colón, Jesús Leonardo Leal Aranzazur, oficial agregado del cuerpo de seguridad y Alexander Torres. Se pudo conocer que el Conas inició la búsqueda de otras dos personas involucradas en el hecho que responden al nombre de Enrique Mora y J. Buitrago.
Los detenidos pertenecientes al cuerpo cuya misión es «preservar la seguridad ciudadana», secuestraron a González cuando pasaba en su carro con su esposa por un punto de control de San Pedro del Río.
Los involucrados en el secuestro pedían 30 mil pesos colombianos para liberarlo, en lugar de atacar “el crimen organizado internacional y de corrientes delictivas migratorias”, como aseguraba Reverol.
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