La Reina y Yo, por Teodoro Petkoff
La verdad es que a estas alturas del juego hay que hacer un esfuerzo supremo por tomarse en serio las reláficas de Hugo. Anoche se superó a sí mismo. Parecía el propio chamo contándole a otros las peripecias de un viaje a Disneylandia. «¡Chamo, me retraté con Mickey Mouse!». Lo de la conversación «exquisita» con la reina Isabel fue sublime. ¡Una charla «exquisita» alrededor del tema de una guacamaya! ¡Con cuánto orgullo daba cuenta de que la Reina le concedió no veinte sino cuarenta minutos de su tiempo! Como si esa señora tuviera alguna cosa más importante qué hacer. Lo de los círculos bolivarianos en Senegal (coba que le metió un estudiante senegalés que vive en París) dio pie para que en un rapto delirante hablara de que esos organismos «ya existen en los cinco continentes». Increíble. Presa de una exaltación épica, mencionaba su salto de las arenas del desierto al frío de Moscú, como si fuera un semidesnudo soldado de Bolívar cruzando los páramos andinos. Llegar a Irán fue poner en riesgo la vida, porque «por allá hay que andar agachadito» debido a las bombas y misiles que llueven. Insistió en lo de Miranda «mariscal de Francia» y nos informó que el Precursor es «idolatrado» (sic) en Amberes porque «liberó» (recontrasic) ese puerto hace dos siglos. Aprovechó para corregir lo de Ginebra «capital de Suiza» con su estilo de que si no gana empata: «debería ser la capital». Toda la noche estuvo salpicada de bolserías de este tipo, mientras relataba que unos señores a los que acaba de conocer son «hermanos» o «buenos amigos». Putin pasa a ser «Vladimir» y Berlusconi (cuyo «carisma», vaya a saber por qué lo impresionó), que preside el G-8, según y que le aseguró que ahora se comunicará telefónicamente con él, presidente del G-15, «para coordinar» acciones por la paz mundial. ¡Mamma mía! Sin darse cuenta contrastó las pequeñas gacetillas que la prensa europea concedió a su epopeya, con los espacios que le dieron los periódicos de…¡Madeira! ¿Cómo iba a ser de otra manera si en esta isla portuguesa nunca pasa nada? La parte más grotesca de su charla estuvo dedicada al episodio del «Sierra Nevada», recogido por El Nacional. Fue un lío que armó él solito con su garrulería y se volvió un ocho tratando de explicar que lo que dijo, bueno, sí lo dijo, pero no lo dijo, y que todo era una maldad de El Nacional. Lo cierto es que dejó rayado a Rangel y él mismo quedó como alguien que no sabe de lo que habla. De allí siguió un ataque innoble a Miguel Henrique Otero, ya en un plano personal. Porque esa es la última maña de Hugo: meterse con la familia de aquellos a quienes adversa. Todo muy edificante. Muy digno de un jefe de Estado.
En fin, otras tres horas perdidas pero dejó en el aire la ominosa sensación de que está cocinando algo contra la libertad de expresión. Ya por ahí los pupilos de Juan Barreto propusieron «censura» a los medios «amarillistas» y «eliminación de programas cómicos» que se meten con Hugo. ¿Vienen por ahí los tiros?