La tragedia humana, por Simón Boccanegra
Las ruinas humeantes de las áreas destruidas por la explosión en Amuay han creado una cortina sobre el peor aspecto de la tragedia: la cuantiosa pérdida de vidas humanas, carbonizadas por el letal soplo del gas ardiendo. Desde ya han comenzado los reportajes sobre el costo de las reparaciones; se nos informa (contradictoriamente, por cierto), sobre plazos y modos como se hará arrancar de nuevo a la poderosa refinería y, en fin, toda clase de detalles importantes o no, bullen en todos los medios de comunicación.
Pero poco espacio se dedica a la tragedia humana.
Familias enteras quedaron desamparadas, al perder al hombre de la casa, obrero de la planta; familias enteras quedaron a la intemperie, con sus casas destruidas por la tremenda bocanada de candela. Pero, la experiencia lo demuestra, en casos de grandes tragedias colectivas, la gente se transforma en estadísticas. No es insensibilidad, es casi una ley de la vida.
Pero lo que sí es insensibilidad e irresponsabilidad pocas veces vista, es la decisión tomada por el PSUV y anunciada por Diosdado Cabello, de que el Parlamento no va a discutir el tema de la explosión en la refinería de Amuay. No sólo la Asamblea Nacional hace así dejación de sus deberes en casos como este, siendo como debería ser el gran escenario del debate de los grandes temas nacionales (y vaya si este lo es), sino que por temor a una controversia que podría dejar muy mal parado al gobierno, aunada a la falta de sensibilidad, paladinamente la evaden. Así, así, así es que se gobierna.