La utilidad, por Carolina Gómez-Ávila
Twitter: @cgomezavila
La declaración de pandemia se dio en marzo pasado y, en poco menos de un año, estamos hablando de variedad de vacunas. Un esfuerzo enorme de la ciencia y otro, más o menos del mismo tamaño, de la política. El primero, ampliamente documentado y revisado por sus pares; el segundo, adelantado tras bastidores como corresponde.
Este ha evitado una auditoría de fondos y procedimientos a los miembros de la directiva de la Organización Mundial de la Salud. Aún creo que el planeta necesita saber qué tanto presionaron gobiernos y corporaciones en el retardo evidente para dar la alarma y, en ese caso, si la presión fue lícita, para que comience el debate ético sobre si eso fue bueno o malo, correcto o incorrecto y si es, o debería ser, permitido.
Necesitamos que rindan cuentas para explicarnos las decisiones tardías o contradictorias sobre origen, confinamientos e implementos de prevención. Y también que nos expliquen por qué —después de una campaña vehemente para que no se le llamara «virus chino»— no objetan que hablemos de las cepas «inglesa», «sudafricana» y «brasileña».
Pero entre los esfuerzos científico y político, cabalga un tercero: el esfuerzo comercial. La producción de absolutamente todo lo que puede ayudarnos a darle continuidad a la vida tal y como la vivíamos antes del virus, se la debemos al sistema de libre competencia. Un sistema al que no se resistieron las vacunas de China y Rusia.
Un sistema que ha demostrado ser virtuoso y que, por lo mismo, no puede quedarse sin el incentivo necesario para seguir siéndolo; o sea, debe recuperar su inversión y obtener una utilidad. Hablemos de la utilidad. Primero de la utilidad de estar vacunados si nuestro entorno, de un tamaño imposible de calcular, no lo está; o, mejor, de qué tan útil nos resultará estar vacunados sin que lo esté la más amplia mayoría, a fin de ralentizar las mutaciones mientras se erradica el virus, lo que puede tardarse lo suyo.
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Hablemos, con atención, de que seguramente esta vacuna requiera refuerzos para protegernos de las nuevas mutaciones. Si la humanidad tiene que vacunarse anualmente contra este virus, corresponde considerar por cuánto tiempo es útil esta vacuna.
Ahora sí, pasemos a los términos contables de la utilidad. Trate de calcular, en dinero, la utilidad para su vida, para la empresa que la produjo, para la sociedad al retomar su estilo de vida o, lo que es lo mismo, para el sistema. No deje de preguntarse qué será de todos, en términos financieros, si la vacuna no se hace accesible a todos, en términos humanos. Asómese a las transformaciones que habría en la vida productiva, asómese a los nuevos costos y mire con atención cómo, reducirlos, también se hace parte de la utilidad.
Carolina Gómez-Ávila tiene más de 30 años de experiencia en radio, televisión y medios escritos y escribe sus puntos de vista como una ciudadana común.
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