La vía polaca para salir de la crisis venezolana, por Enrique Ochoa Antich
Una reforma constitucional para un régimen semiparlamentario y gobierno de unidad nacional sin exclusiones. La reforma podría ser sometida a referendo junto con elecciones parlamentarias. Maduro como jefe de Estado y un vicepresidente designado por la nueva Asamblea Nacional como jefe de gobierno. Un modelo semejante se aplicó exitosamente en Polonia.
Hace seis meses escribí una columna en dos partes y circulé una declaración a los medios proponiendo lo que me tomé la licencia de llamar una «vía polaca para la transición en Venezuela». Mi interés era destacar cómo en Polonia, el movimiento Solidaridad de oposición al régimen comunista no pidió como condición previa la renuncia de su cargo como presidente de la república de Wojciech Jaruzelsky, el general comunista que pocos años antes había reprimido sangrientamente las huelgas obreras de Gdansk:
Esta cesión fue la piedra angular que hizo posible el exitoso proceso pacífico de transición democrática que tuvo lugar en ese país a finales de los ‘80 y comienzos de los ‘90.
Los demócratas polacos percibieron con lucidez que sin esa cesión, el proceso de transición no sería realizable. Como es sabido, Solidaridad más bien aceptó concurrir a unas elecciones tuteladas por el poderoso Partido Obrero Unificado Polaco (POUP), el partido de los comunistas en aquel país, para elegir sólo 1/3 del parlamento (Sejm, nombre dado a la Dieta polaca). 2/3 se los reservaba el POUP.
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El resultado fue que, aún a lo interno de un régimen totalitario de veras, las ganaron con más del 99 % (sólo perdieron una diputación, que la ganó el general Jaruzelsky). Se acordó así, como parte de las negociaciones de la célebre Mesa Redonda polaca, que Solidaridad designara al primer ministro (jefe de gobierno): por cierto, un católico que en dos oportunidades había sido diputado al parlamento comunista (Tadeus Mazowiecki). Jaruzelsky continuó como presidente, jefe de Estado y Comandante en Jefe de la F.A. por año y medio.
Los comunistas designaron al viceprimer ministro y al ministro de Interior (con el control de las policías y la seguridad interna), en cogobierno con Solidaridad. Año y medio después, Lech Walessa, emblema de Solidaridad, ganó las primeras elecciones presidenciales democráticas en décadas. Los comunistas devinieron en socialistas, se refundaron como Partido Socialdemócrata, y, formando a pleno derecho parte de la vida política polaca, a resultas de este aggiornamento, volvieron al gobierno en pocos años. Hoy gobierna a ese país una derecha ultramontana y populista que más temprano que tarde será sustituida por la nueva izquierda.
Esta propuesta se basa en una regla de oro que parece distinguir a todas las transiciones democráticas pacíficas exitosas que en el mundo han sido: verificada en Polonia, pero así mismo en Chile, Sudáfrica, España, Nicaragua y otras: quien eventualmente va a dejar el gobierno, se mantiene en el poder (posiciones de Estado), compartiéndolo (lo que emblematiza en las personas mismas de Jaruzelsky, Pinochet, De Klerk, Ortega, etc.).
La propuesta es:
- La AN y la ANC aprueban una reforma puntual de la Constitución que convierta a nuestro régimen presidencialista en uno semiparlamentario (más o menos al modo de Francia): en ella, se otorga al vicepresidente funciones de jefe de gobierno y mantiene al presidente como jefe de Estado y de la F.A.
- La reforma va a referendo popular aprobatorio, paralelamente a las elecciones parlamentarias.
- Establecer a estos efectos en dicha reforma, que la AN no sólo podrá censurar, sino que designará al vicepresidente/jefe de gobierno a propuesta del presidente pero con 2/3 o 4/5 partes de sus integrantes.
- Se puede establecer así mismo en la reforma qué áreas controlaría el jefe de Estado (F.A., seguridad interna, relaciones internacionales, por ejemplo) y cuáles el vicepresidente (pongamos por caso, economía, educación, salud, infraestructura, servicios públicos). O dejar esa definición para el acuerdo político específico en cada legislatura. En cualquier caso, el nombramiento de los ministros debería ser rubricado por ambos.
Esta propuesta obliga a dos cosas:
- Que el gobierno porque sí deba tener un respaldo mayoritario en la AN.II. Que presidente y vicepresidente tendrían obligatoriamente que conformar entrambos un gobierno de unidad nacional.
Si el partido al cual pertenece o que apoya al presidente obtiene en los comicios parlamentarios la mayoría calificada requerida para la designación del vicepresidente, se estaría entendiendo que el soberano le estaría delegando todo el poder.
Así, creo, se reinstitucionalizaría el Estado, se crearía un entorno propicio a la reconstrucción de las capacidades productivas del país, y se reinsertaría a la nación en el mundo, dejando atrás tantos años de fractura, confrontación, violencia, devastación y atraso.
Y se emprendería un proceso de transición de la fractura a la unidad, del autoritarismo a la democracia plena, del caos al progreso, y de la violencia a la paz, basado en la voluntad constituyente del soberano.
Ojalá sirva esta propuesta para impulsar el debate sobre una resolución a la crisis que se salga del cepo conformado por el continuismo autoritario y la inaceptable injerencia de la propuesta gringa.
Se puede avanzar si queremos. Los venezolanos podemos juntos.