Las cifras ocultas, por Teodoro Petkoff
El ministro de Cordiplan, Haiman El Troudi, continúa empeñado en que el Banco Central no haga público su informe sobre el comportamiento de la economía en el primer trimestre de este año. Es lo que coloquialmente llaman la «política del gato», por aquello de que este animalito tiene por costumbre echarle tierra a sus propios residuos alimenticios. Así está El Troudi.
¿Qué es lo que hay en ese informe, que tiene tan afanado al ministro en ocultarlo? El Banco Central registra, para los tres primeros meses del año, un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 4,8%. ¿Qué es lo que saca de sus cabales al ministro, si en fin de cuentas hubo crecimiento? Tal vez siente que su cargo está en juego porque ese crecimiento es 4 puntos menor que el que se experimentó en el mismo periodo del año pasado. En efecto, en ese lapso, el PIB creció 8,8%. De modo que de un año para otro lo que dicen los números es que estamos en medio de una pronunciada desaceleración del crecimiento económico.
Contra el cuarto trimestre del año pasado la caída es de unos 5 puntos porcentuales. Esta, desde luego, no es una buena noticia para el país, pero menos aún para el gobierno. Por eso sus responsables de política económica han pretendido, nada más y nada menos, que el Banco Central maquille los números.
El forcejeo ha paralizado la publicación del informe, que debe hacerse siempre dentro de los 45 días siguientes al final de cada trimestre. Pero, por lo visto, el «secreto» comienza a filtrarse y ya circula en los medios especializados. Sin embargo, no son sólo los resultados del PIB los que angustian a El Troudi. También los de la balanza de pagos y los de la inflación. Su condición de «pronosticador» económico está en salsa. Previó un crecimiento entre 6 y 7% tanto para el trimestre como para el año, y una inflación de 19% al cierre de 2008. En el camino que llevamos recorrido, la vida real lo está dejando malparado. También al país, por supuesto.
Todo esto está ocurriendo en medio del más fenomenal diluvio de petrodólares que haya conocido el país en toda su historia. Ahí está el detalle. ¿Cómo explicarles convincentemente a los venezolanos que con el barril de petróleo a más de 110 dólares, con ingresos jamás soñados, tenemos una economía que comienza a mostrar señales de desfallecimiento? ¿Cómo impedir que los venezolanos piensen que algo debe estar haciendo mal el gobierno como para que estemos viviendo esta paradoja que nos entrega lo peor de los dos mundos: debilitamiento del crecimiento y precios que suben a alta velocidad? El último año de la «década de plata» (¿se acuerdan que así denominó el Presidente estos diez años que ya están terminando?) va rumbo a parecerse más a lo que el gato esconde.