Leider García, el policía que perdió la vida tratando de ingresar ayuda por la frontera
La población fronteriza de San Antonio del Táchira está consternada por la noticia de la muerte de Leider García Rangel. El policía recibió disparos de grupos de civiles armados que atacaron la marcha opositora cuando se dirigía al puente Simón Bolívar
Autor: Rosalinda Hernández C.
Luego de la lucha iniciada el pasado 23 de febrero, Leider García, un joven expolicía regresó a San Antonio del Táchira a través del puente Simón Bolívar. No lo hizo de pie, caminando, ni con la ayuda humanitaria a cuestas como lo había soñado.
Ingresó de nuevo a su país en un ataúd, a través del corredor humanitario que se abrió hace apenas unos días, luego del cierre de frontera anunciado por Nicolás Maduro.
García Rangel, de 30 años de edad, tomó la decisión de salir el pasado 23 de febrero a la calle, se unió a la marcha convocada por la dirigencia opositora en San Antonio y quiso apoyar la entrada de la ayuda humanitaria.
Así lo relató Yunnay García, hermana menor del fallecido. Con lo que no contaba García Rangel, que pertenecía a la Policía del estado Táchira, era que su propósito de salvar vidas ponía en peligro la propia, al punto de ser asesinado.
El tachirense había formado parte durante seis años de la policía regional, institución de donde egresó en el año 2012.
“En el momento en que mi hermano ingresó a la Policía el país no estaba como ahora. Él quería ser policía por los beneficios laborales que tenían, además el trabajo de los policías era valorado. Siempre cumplió con su deber, para donde lo mandaran él se iba, no tuvo nunca ninguna amonestación”, contó su hermana con tristeza.
Al pasar los años, García Rangel empezó a sentirse decepcionado por el escenario político, económico y social que se configuró en el país.
Estuvo en la calle durante las protestas de 2014 y 2017. “Él solo cumplía órdenes, él me contaba que no le gustaba reprimir a la gente. Una vez en una barricada se cayó de la moto y lo golpearon en la cabeza, le dieron palo”, recordó.
La situación económica como policía regional se hizo insostenible, debido a que su sueldo no alcanzaba “para mantenerse él ni a la familia. Esa situación lo llevó a buscar otros ingresos, así que pidió unas vacaciones, luego se fue de reposo y por último pidió la baja”.
Inicialmente se desempeñó como mototaxista, pero los ingresos fueron insuficientes, por lo que decidió cruzar el puente y buscar trabajo en Cúcuta, donde trabajó como entrenador personal en un gimnasio de la ciudad.
Lo movió la ayuda
García Rangel pertenecía a una familia que se considera “100% opositora al régimen”, razón por la cual, animado por la llegada de la ayuda humanitaria, decidió acompañarlos el sábado 23 de febrero en una marcha que llegaría al puente internacional Simón Bolívar, convocada por Juan Guaidó, donde se haría una cadena humana para el paso de medicinas y alimentos al país.
“Mi hermano quería ir a marchar. Desde temprano estaba muy entusiasmado, sacó unas cornetas afuera de la casa y puso música. Tenía fe en que la ayuda pasaría. Decía que todo era para una mejor Venezuela y además él quería darle una mejor vida a su niño de 4 años que ahora queda huérfano de papá”, comentó Yunnay García.
Mientras en el puente Simón Bolívar esperaban el arribo de los camiones de ayuda humanitaria, en San Antonio la gente vestida de blanco y con banderas nacionales se aglomeraba al inicio de la avenida Venezuela, sitio de concentración de la marcha que llegaría a la entrada del puente internacional.
La alegría de la población que participaba en la concentración se vio opacada por los primeros convoys militares que llegaron al lugar y del cual descendieron decenas de guardia nacionales.
“Salimos en la marcha por toda la avenida, estábamos preparados porque siempre que hay convocatorias vamos. Mi hermano como policía sabía cuál era el comportamiento que debía tener en esas marchas. De repente cuando bajamos a la avenida salieron esos grupos colectivos, nos persiguieron y atacaron (…) la gente solo les lanzaba piedras, ellos disparaban, a Leider primero le dieron un perdigón en la frente, no podía moverse y después de eso vino el tiro. Se cayó y paso rato en el piso antes de llevarlo en el hospital”, comentó la hermana entre lágrimas.
El expolicía logró ser estabilizado en el hospital de San Antonio y fue llevado en ambulancia hasta el hospital central de San Cristóbal, donde lo intervinieron quirúrgicamente para extraerle el proyectil que le afectó el pulmón.
“El disparo le rompió el pulmón. No lo pudimos llevar a Cúcuta ese día (23 febrero) para que lo atendieran porque todo estaba caótico. Los puentes estaban cerrados y por las trochas era imposible pasar porque ahí estaban los colectivos disparando. Mi hermano quedó inconsciente, lo entubaron y lo llevaron con oxígeno a San Cristóbal”, señaló su hermana.
Los días posteriores a la operación, el estado del expolicía fue crítico: “La fiebre no le bajaba y los doctores no decían nada. Decidimos llevarlo por las trochas a una clínica en Cúcuta y allí nos dijeron que él tenía una fuerte infección en el pulmón, lo operaron de nuevo pero no se recuperó, mi hermanito se murió”.
En la población fronteriza hay indignación, rabia, pero también mucho miedo por la presencia de civiles armados en las calles. García es la primera víctima de asesinato en el contexto de protestas en la zona.
Sus exequias fueron anunciadas para la tarde del jueves 14 de marzo, para lo cual se convocó una gran movilización de calle y concentración en la basílica menor de San Antonio de Padua.
Para los pobladores, el expolicía es “un héroe de la patria”, muerto en combate y su nombre quedará registrado en los libros de historia como “un muerto más de la dictadura de Maduro. Aquí la ley la han impuesto los colectivos”, dijo un habitante del pueblo que pidió no ser identificado.