Leyes chuzo, por Teodoro Petkoff
El tirano Juan Vicente Gómez, quien no se preocupaba demasiado por las opiniones distintas a las suyas porque las enfrentaba con cárcel, solía decir, sin embargo, que «Gobierno no busca pleito». En otras palabras, Gobierno no se crea conflictos gratuitamente. Chávez debería atender a este consejo. Porque su Gobierno lo que hace es buscar pleito constantemente. Todo el tiempo está sembrando vientos y si tuviera un poco más de conexión con la realidad podría darse cuenta de que ya comienza la cosecha de tempestades.
El modo autoritario -y hasta autocrático- como le ha clavado al país 49 leyes que fueron cocinadas literalmente en secreto, es buena muestra de ello. Chávez está en lo cierto cuando dice que el Gobierno no está obligado a acoger las opiniones disidentes. Obvio. Pero a lo que sí está obligado es a oírlas y a discutirlas. Eso es exactamente lo que no ha hecho, salvo en muy contados casos. Ya el procedimiento de la Ley Habilitante, que por definición excluye a la sede por excelencia del debate sobre las leyes, que es el Parlamento, obligaba a abrir un amplio abanico de consultas, precisamente para suplir aquella insuficiencia. Pero Chávez cree que consultar es simplemente informar. Como un mulá talibán nos «participa» cuál es la ley. La toman o la dejan. La supuesta naturaleza participativa de la democracia bolivariana se reduce así a una caricatura, a un grotesco remedo. Ya se entiende por qué Chávez denomina «Bicha» a la Constitución. Una de las acepciones de la palabra es la de puta. En eso ha sido transformada la Carta Magna. En una normativa prostituida, que el Gobierno se pasa por las verijas cada vez que quiere.
No discutimos en este momento el contenido de las leyes dictadas, que muy poca gente pudo conocer, porque en menos de un mes se les dio un mateo a casi todas, sino la forma como ellas han sido impuestas al país. En este caso la forma es el fondo. Hacer de las leyes un martillo con el que el Gobierno golpea a una ciudadanía tomada por sorpresa revela una concepción autoritaria que el país no tiene por qué soportar. Chávez fue elegido Presidente. No autócrata ni dictador. Está obligado a respetar las formalidades democráticas y si no lo hace, los venezolanos tenemos el derecho constitucional de demandárselo. Chávez juró cumplir y hacer cumplir la Constitución, so pena de que «Dios y la Patria», como reza el juramento de asunción de mando, «se lo demanden». Bueno, de eso se trata.