¿Los CEO son ahora más ‘blandos’?, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidParedes861
La palabra CEO –acrónimo de Chief Executive Officer– es el ejecutivo de más alto rango en una empresa. Sus responsabilidades incluyen la toma de decisiones corporativas a nivel macro, la gestión de las operaciones y los recursos generales, construir y liderar a su equipo de trabajo; así como ser el puente de comunicación entre la junta directiva y el corporativo.
Destacan de otros ejecutivos, según la literatura empresarial, por ser profesionales capaces, con una visión amplia y cuyas decisiones repercuten en el crecimiento o expansión de una empresa. La pandemia, hasta ahora, ha sido la mayor prueba de fuego que han tenido que enfrentar, pues han tenido que usar todas sus habilidades y capacidades para mantener operativas las compañías que gestionan.
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Ahora, llegar hasta ese ‘puesto más alto’ tiene sus bemoles. The Economist en el artículo «Chief Executives Are Weirder Than Ever», publicado la semana pasada, advierte que «el camino hacia la cima de la pirámide corporativa no ha cambiado. Requiere que las personas compitan entre sí durante un período prolongado. Exige evidencias de éxito financiero y operativo (…) Y selecciona rasgos que son familiares: trabajo duro, impaciencia, confianza en sí mismo y extroversión».
Asegura que si bien en estos momentos los CEO o directores ejecutivos parecen «más normales», no significa que realmente lo sean, ya que las exigencias para ejercer ese cargo se centran en un «conjunto de características cada vez más extraño». Cita como evidencia un estudio reciente de Steve Kaplan, de la Universidad de Chicago, y Morten Sorensen, de la Tuck School of Business, en el cual se analizan las evaluaciones realizadas por la firma consultora ghSMART a más de 2.600 candidatos para diferentes puestos de liderazgo.
Lo llamativo de los resultados es que los candidatos a puestos de CEO emergen con una tipología muy específica: «Brillan en lo que los académicos denominan ‘capacidad general». También se diferencian de otros ejecutivos en cuanto a que tienen una alta carisma, tienen una manera diferente de hacer las cosas y poseen un pensamiento estratégico.
Además de eso, las empresas de hoy buscan a un CEO con mejores habilidades interpersonales, como lo evidencia otro estudio, pero esta vez del Imperial College London, la Universidad de Cornell y la Universidad de Harvard, donde se analizaron las descripciones de puestos que las compañías elaboran cuando trabajan con cazatalentos para reclutar a un nuevo líder.
Lo resaltante, según esa investigación, es que «durante las últimas dos décadas, estas descripciones han puesto cada vez más énfasis en las habilidades sociales: la capacidad de los jefes para coordinarse y comunicarse con varias personas», tal como refiere The Economist.
¿Y por qué ahora se valoran estas habilidades más blandas? Esto tiene que ver en parte con el auge de los «trabajadores del conocimiento», que están acostumbrados a operar de forma independiente, expone el estudio. «Los directores ejecutivos no van a decirle a este tipo de trabajadores qué hacer; su trabajo es asegurarse de que las personas comprendan los objetivos de la empresa y trabajen juntos de manera eficaz».
En resumen, no es que ahora los CEO sean más ‘blandos’, sino que las habilidades sociales tienen mayor relevancia dentro de las compañías, sobre todo cuando estos líderes además de persuadir, deben instruir a sus empleados. A fin de cuentas, a un director ejecutivo no solo le corresponde definir la estrategia de negocios y la dirección de la organización, modelar y establecer la cultura organizacional, debe también coordinar eficazmente el talento empresarial.
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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