Los fracasos de la humanidad, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Muchos caracteres que han salido del equipo que utilizo para acercar a ustedes algunas opiniones sobre los elementos críticos de la política. Sobre todo, concentradas en temas tan delicados como el riesgo que significa para el sistema democrático liberal, tal y como lo conocemos hoy día, la evidente inclinación de las personas hacía tendencias o personalidades de clara posición populista, pero que en el fondo esconde, con mucho cuidado, un potencial y abierto autócrata.
La complejidad humana nos puede estar conduciendo, no solo a la selección o elección de personajes que ofrecen futuros de libertades, prosperidad y sobre todo tranquilidad individual, más allá de lo colectivo, sino al rechazo de nuestro propio origen. Y digo más allá de lo colectivo, porque ya poco nos está importando el reunirnos, encontrarnos como seres humanos. Más bien la tendencia ha resultado en concentrarnos y gozarnos en nuestro ego, olvidando nuestras semejanzas de origen.
Asuntos como la invasión de Vladimir Putin y sus rusos a sus vecinos, los violaciones de los derechos de unos y de otros en nombre de una religión y hasta de la paz misma; el gozo por la venganza, junto a las tristes noticias de embarcaciones navieras, camiones o trenes dedicados al tráfico de nuestros semejantes, donde mueren 40, 50, 100 y más gente como usted que me lee y como yo; que huyen de las primeras condiciones enlistadas en este párrafo o buscan una mejor condición para continuar con vida.
En cada historia de emigrantes, se refleja el como los pueblos libres, las democracias liberales, van fracasando en como afrontar este terrible drama que se vive, no solo en nuestras fronteras, sino que es parte de la muestra del camino que la humanidad, en estos precisos momentos, se encuentra recorriendo, abriendo paso a los nacionalismos que creímos vencidos desde hace unas décadas atrás.
Y es que la migración, desde mi óptica, es la primera de la lista de fracasos de la humanidad. Cada muerte, como las ocurridas en Lampedusa y Calabria en Italia, o de unas 50 personas halladas muertas en un camión en Texas y los mortíferos recorridos entre desiertos, aguas y selvas, no deben dejar duda de que no hemos podido enfrentar con solido criterio de solución, esta terrible situación.
Visto de otra forma, los diferentes sistemas de gobierno que imperan tanto en los países receptores y mucho más en los países de partida, forman parte del problema migratorio. Mientras los primeros buscan formulas que incluyen los enfrentamientos entre migrantes, los segundos, en la mayoría de los casos, alientan la partida de sus habitantes.
Para ser más específicos, cuando los gobiernos no tienen la capacidad, mucho menos la intención, de atender las necesidades básicas de sus ciudadanos o, sencillamente impone leyes que atentan contra la libertad y vida misma de estos, ocurre que la mayoría busca huir. Esta huida, en la generalidad de los casos, la realizan sin medir consecuencias puesto que es mayor la apuesta a encontrar un lugar en donde se pueda seguir viviendo como lo merece un ser humano.
En el otro extremo, están los gobiernos de los países receptores, que en muchos casos son aquellos que poseen una calidad de vida aceptable para sus ciudadanos de origen y superiores para quienes quieren llegar a ése. Pues bien, ocurre que de ellos hay algunos que ya poseen líderes que tienen o han abierto un discurso anti-movimiento migratorio. Para estos la solución se encuentra en sus propuestas muy nacionalistas: cerrar las fronteras, cavar fosas –cual castillo medieval– o construir muros de contención humana y además obstaculizan el trabajo de las pocas oenegés que existen.
Entre ambas posiciones, están los traficantes de humanos. Esos mentirosos que ofrecen exitosos viajes hacia los países receptores, cuando en realidad serán los propios emigrantes, quienes estarán o conduciendo un destartalado y mínimo barquito, una balsa o caminando a su riesgo. Estos individuos, los podríamos calificar como hijos de las posiciones anteriores, es decir de los países plataformas de lanzamiento y los receptores.
Otro de los temas que demuestra el cómo la humanidad camina hacia el fracaso, es lo relativo al cambio climático. Científicamente se ha comprobado que la tierra ha pasado por procesos similares. Pero también, científicamente, se ha comprobado como los excesos y el consumismo, han pisado el acelerador para que estos cambios, cíclicamente naturales, se desborden y salgan de su consecuente control.
Si bien es cierto que hay cosas por las que estar satisfechos en cuanto a los escenarios para la humanidad. No obstante, para estos dos, la situación se torna bastante crítica. En el primero de los casos, no hay señales de que se pretenda encontrar soluciones de fondo, tanto en los países de partida, como los de destino. No hay políticas construidas, ni en construcción, para ayudar a resolver. En cuanto al segundo, la ciencia advierte que estamos en emergencia y es probable que la solución llegue por la fuerza de la naturaleza.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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