Los sin miedo, por Simón Boccanegra
Lo que le está ocurriendo a la señora Betmar Díaz, en Falcón, es un caso particular del terrible chantaje al que son sometidos todos los beneficiarios de la Misión Vivienda.
Se espera de ellos, según se desprende de las peripecias que sufre la señora Díaz, una conducta «agradecida», esto es, incondicionalmente al lado de quien, dicen los chavistas, «le dio la casa», es decir Chacumbele. No pueden quejarse y muchísimo menos expresar opiniones favorables a la oposición.
La señora Díaz, quien pasó 14 meses en un refugio para damnificados, que la curaron de espantos respecto del Presidente, recibió finalmente una casa en diciembre pasado. La señora, quien es una activista comunitaria, desilusionada del Líder Máximo y su «revolución», ha establecido contactos con gente de la oposición a la cual reúne en su casa.
Aquí intervino la policía y hasta la gobernadora, amenazándola con «quitarle la casa por malagradecida». Pero Betmar Díaz no es una asustadiza mujer sino uno de esos personajes bien templados, que no mascan y se ha enfrentado a sus hostigadores con toda decisión.
Ha dicho que esa casa no era un regalo de Chávez sino que la había recibido en virtud de un derecho constitucional que garantiza vivienda digna a los habitantes de este país y que eso no podía privarla de expresar sus opiniones, así fueran contrarias al gobierno, porque ese es también, el de la libertad de expresión, otro derecho constitucional. Esta es la clase de gente que explica porqué Chacumbele no ha podido destruir completamente la democracia. La gente que no tiene miedo.
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