Luis Beltrán Prieto Figueroa, tres dimensiones de su vida egregia, por Rodrigo Cabezas M.
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Es un privilegio la oportunidad de esta actividad académica del Movimiento Zulia Humana, para conversar sobre la vida y obra de un gran venezolano, un ser humano excepcional que vivió a plenitud, y haciendo historia en el siglo XX venezolano: Luis Beltrán Prieto Figueroa.
El maestro Prieto, filósofo de la educación, pedagogo, periodista, jurista, crítico literario, escritor, poeta, político y parlamentario honesto y combatiente, que 120 años después de su nacimiento, 14-3-1902, nos convoca, palabra de luz que ilumina caminos y destinos.
Y es así, porque fue maestro de escuela y de multitudes, guía y mentor de juventudes, el decir y el hacer en un mismo acto ético; estoy entre la generación de jóvenes estudiantes, de los años ochenta, que tuvimos la circunstancia de vida de conocerlo y hacerlo nuestro líder autentico, honesto, digno, idealista, soñador, humilde, perseverante y luchador por su país hasta su último aliento.
Al colocar su nombre como epónimo de la Escuela de Gobierno y formación política de Zulia Humana, le recordamos como el apóstol de su palabra cuando expreso en su Verba Mínima que: «La única vida digna de ser vivida es la que se reparte en trabajo premioso a favor de los demás».
Líder político que vivió en los ideales
El maestro Prieto fue un líder político con una formación sólida, de raíz democrática y libertaria. Rompiendo con privilegios de poder y siendo consecuente con sus ideas, se atrevió a insurgir desde AD, en 1968, para proponerles a los venezolanos un proyecto de sociedad socialista democrática desde la plataforma del Movimiento Electoral del Pueblo, MEP. Desde esa trinchera denuncio la hegemonía bipartidista, cuestionándola éticamente, y señalando la dependencia y el subdesarrollo como el principal obstáculo para alcanzar el desarrollo.
Es por ello, que su voz postuló, durante las décadas setenta y ochenta del siglo pasado, la necesidad de un proceso o etapa que llamó «liberación nacional», según la cual, el pueblo venezolano, conquistando el poder político, asumiría plenamente el manejo de nuestros recursos estratégicos, trastocando la naturaleza monopólica, oligopólica y dependiente de la economía venezolana.
En este sentido, es inequívoco, el maestro Prieto fue un hombre de pensamiento progresista, de izquierda, en el libro Del Tradicionalismo a la Modernidad, afirmó: «La humanidad vive avasallada por el imperialismo de los ricos y poderosos países industriales, que explotan a los países pobres, cuyas materias primas controlan y pagan a precios viles, mientras venden sus manufacturas a precios que alteran las relaciones del intercambio».
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El maestro Prieto Figueroa, y su partido, abrazaron como ideal de sociedad el socialismo democrático, sin ser prisioneros de dogmas o de calco de experiencias históricas ajenas a nuestra idiosincrasia nacional. El socialismo para el maestro Prieto, era democrático, o no era socialismo.
En el libro Conversaciones con Luis Beltrán Prieto, 1978, respondió de forma precisa: «…, no puede concebirse un tipo de socialismo en donde el hombre desaparezca como un ser pensante. El socialismo es una doctrina humana de realización plena del hombre, que no puede existir sino en libertad».
La honestidad en el ejercicio de la política era lo que más cuidaba, era el principal legado que atesoraba. En una oportunidad, en conversación con los jóvenes, ya cansado por los años, nos dijo: “Camine por el mundo de la acción política, y cuando salí de ella, mis zapatos estaban limpios”. Político pensador, constructor de país, hombre progresista. Al dar su último aliento de vida el 22 de abril de 1993, sus convicciones e ideales de justicia le acompañaban.
El filósofo de la educación popular.
Sin ninguna duda, en el siglo XX venezolano, el principal creador de un pensamiento filosófico educativo fue Luis Beltrán Prieto. En el año 1936, teniendo apenas 34 años de edad, presenta al Congreso Nacional, un Proyecto de Ley de Educación Nacional. La dictadura de Juan Vicente Gómez no permitió su aprobación. En el año 1948, siendo Ministro de Educación del Presidente Rómulo Gallegos, persevera, introduciendo al parlamento otro Proyecto de Ley Orgánica de Educación Nacional, en cuya exposición de motivos deja claro principios de su filosofía educativa relativa a «el humanismo democrático y el Estado docente».
Su obra teórica acá, es insuperable, sorprendente, era un intelectual prolífico. Solo baste mencionar cuatro de sus principales obras educativas: De una Educación de Castas a una Educación de Masas (1951), Humanismo Democrático y Educación (1959), El Estado Docente (1977) y Principios Generales de la Educación (1984).
El conservadurismo político y eclesiástico le combatió, algunos con respeto y argumentos como Arturo Uslar Pietri, otros usando el anticomunismo para intentar desprestigiar sus ideas. El maestro Prieto no dio tregua, tampoco la pidió. El punto central de la disputa educativa del siglo XX, y que creo permanece en el XXI, es el concepto del Estado Docente.
En el libro del mismo nombre escribió el maestro de maestros, lo siguiente: «En un país cualquiera, en una época cualquiera, es inconcebible que el estado deje abandonada al capricho de las actividades particulares, la orientación y formación de la conciencia de los ciudadanos».
Más adelante le da precisión al concepto:
«El Estado Docente es el derecho y deber del estado a orientar la educación, a definir sus fines, a supervisarla y colocarla en sintonía con los planes de la nación».
Para el maestro Prieto Figueroa estaba claro que el Estado Docente derivaba del Estado Social, aquel que podía asumir que la educación es democrática solo si es una educación de masas, la que alcanza a las grandes mayorías nacionales.
Por ello, en la Convención del magisterio venezolano de 1970, en su intervención, dejo deliberadamente este compromiso: «Mejorar la educación y hacerla cada día derecho popular conquistado sin regateo, es la misión que nos corresponde a los educadores».
El pensador Luis Beltrán Prieto F, creó con la filosofía educativa del Estado Docente, una doctrina de Estado, que más allá, de sus oponentes naturales, conservadores y privatizadores, rescató en Venezuela y en América Latina y el Caribe, donde arribaron sus ideas, la noción de la educación como un derecho humano esencial, jamás como un privilegio medido por el racero de la posición económica de clase.
En Prieto la educación es un «derecho popular» como le gustaba calificarla, y como una obligación del Estado de garantizarla, haciéndola gratuita y obligatoria para cada niño y niña, cada adolescente de la patria. Su filosofía educativa está vigente como el sol que nos da vida.
Maestro de juventudes
Siempre he dado gracias a la vida haberme permitido, a los trece años de edad, una militancia revolucionaria juvenil, teniendo al maestro Luis Beltrán Prieto, «el orejón», como la referencia política, como el dirigente a seguir, como nuestro primer gran héroe. Cuanta enseñanza, ética, moral, perseverancia, constancia y dignidad en aquel hombre. Con él batallamos, perdíamos elecciones y nos sentíamos ganadores porque estábamos cargados de ideales y sueños, de una manera sencilla de ver la vida. Y con Prieto, aprendimos que estos nunca serán vencidos, son propiedad de la conciencia y de la alegría del combate por los otros, los iguales.
«Sueño, sueño
y el sueño es realidad.
Para vivir las
cosas primero
hay que soñarlas» (Verba Mínima).
En el morral de nuestro combate estudiantil, la principal obra de lectura para los jóvenes del MEP, era el libro del maestro Prieto que él título para llamarnos: Joven, ¡empínate! Para justificar ese nombre, escribió: «Empinarse, levantarse, sobreponerse a la miseria humana, compensar con la actitud de elevación la rastrera posición de los que buscan en el suelo el fruto que ha caído, sin aventurar esfuerzos para alcanzarlos sobre las ramas, en comportamiento adecuado para gente idealista y por definición los jóvenes son un ideal proyectado al porvenir».
Nos convocaba a comprometernos, exigía orientarnos «en el propósito de ser y de servir», rechazando cualquier ambición en poseer bienes materiales y honores. El maestro reclamaba un espacio para la juventud, nos decía «deben dirigir para aprender».
Luis Beltrán Prieto, el maestro y líder, creyó y promovió a la juventud de su tiempo:
«Si esta civilización carcomida de miseria moral, enferma de injusticia, mancillada de sangre y de ignominia, en la cual la ambición desmedida de regalías y de bienes materiales cegó los cauces del amor humano y de la comprensión, ha de salvarse, obra será de la juventud, que con el sano idealismo de sus años restituirá a su puesto la justicia y enseñará a respetar los valores humanos, enseñará a amar la vida armoniosa del esfuerzo en el deber».
Entre luchas y luchas, y por ley de vida humana el maestro de juventudes se nos hizo viejo. El gigante humanista, nuestro gladiador héroe, empezamos a llamarle con amor «viejo Prieto». Y de viejo se convirtió sorpresivamente en ¡poeta! Y entonces, en su atardecer, cantó en su poesía a lo humano, a su tierra, al amor. A este le apuntó:
«A la herida vacía/
yo le pongo un centímetro de amor/
y cicatriza».
Y a la vida como lucha, en poesía dedicada a Ali Lameda, le escribió así:
«El tiempo de vivir es infinito/
El tiempo de morir es de relámpago/
¡vive! para morir te sobra tiempo».
El maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa ¡vivió a plenitud, vivió dignamente! La patria grande que vendrá, le recordará y, de sus ideas se auxiliara para construir una nueva educación popular, inclusiva, científica y de excelencia para todos.
El prócer José Martí escribió: «La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida».
El maestro Prieto cumplió, por ello, sigue entre nosotros, en nuestra esperanza de una Venezuela con libertad y democracia.
Gracias, muchas gracias.
Palabras en la Inauguración de la Escuela Luis B Prieto F, de Zulia Humana.
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