Malacrianza del PSUV, por Santiago Boccanegra
El gen democrático es recesivo en el chavismo. Es uno de los movimientos políticos de la Venezuela contemporánea quizá más alienado de la idea de civilidad política, equilibrio de poderes y alternabilidad en el poder. Por eso se aferran a mandar, a toda costa, por eso no reconocen errores, y aplican el «ni agua» no a sus contrincantes sino a sus enemigos, como ven a la oposición. Ahora, por primera vez en 17 años, se enfrenta a su primera contienda electoral con todas las posibilidades de salir derrotado, lo cual abriría la venta para su salida progresiva del poder, a pesar de trabas, manipulaciones electorales institucionales y de campaña, y uso de los cuantiosos recursos públicos a los que aún pueden apelar, raspando la olla. Pero, ¿está preparado el chavismo para perder el 6 de diciembre? Por un lado, dicen querer firmar acuerdos de reconocimiento de resultados electorales, y por el otro el propio Nicolás Maduro, a saber Presidente del partido PSUV, anuncia que de ser ese el resultado «es muy probable que en el transcurso de los próximos meses y años la revolución tome otro carácter». ¿Cuál? Las amenazas no se detalles, se lanzan apenas. Es la misma intención de cuando dijo, en junio pasado, que «si la derecha tomara la AN» en el país «se desataría un proceso de confrontación social de calle, donde el 27 de febrero quedaría corto, pequeño, sería un niño de pecho». Agregó aquella vez que él «sería el primero en lanzarme a las calles con el pueblo de Venezuela».
Más allá de que tal cosa solo ocurriría si el pueblo sale a la calle en verdad pero a votar por la MUD, Maduro da cuenta de no entender cómo funciona la democracia. No es de extrañar, siendo que el PSUV no solo nació amamantado desde Miraflores, sino proveniente del MVR surgido en los cuarteles. Ahora, ¿habrá gobernabilidad a partir del 6 de diciembre? La convicción democrática de quienes voten -por unos y otros- así lo determinará. No el miedo.
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