Más traidor serás tú, por Teodoro Petkoff
Si se le quita toda la fanfarria patriotera y toda la simulación de una épica balurda al discurso oficialista sobre el conflicto con Exxon, lo que queda es un corriente y moliente, grisáceo y nada romántico pleito judicial, en el cual ojalá que estos ineptos que nos gobiernan logren un arreglo que no desfavorezca a la República ni a Pdvsa. Porque de eso es de lo que se trata.
Reconocida como ha sido por Ramírez la deuda con Exxon y la obligación de satisfacerla, tal como lo dijo ante la AN, lo que resta es acordarse sobre el monto. Cómo es lógico, Exxon pide 100 y Pdvsa ofrece 1. Por la mitad del camino debe andar la cosa.
Mientras más rápido se salga de eso mejor para Pdvsa porque alargar el proceso se reflejará en una baja sostenida de los bonos de deuda de la empresa y en costos mucho mayores para el financiamiento que necesita. Más pierde Pdvsa con un juicio interminable que con un arreglo satisfactorio a tiempo.
El oficialismo jamás va a reconocer que se llegó a este extremo porque manejó mal la negociación con Exxon, lo mismo que con Conoco y la italiana Eni, pero ya en el Aló Presidente del domingo antepasado se pudo ver por donde venían los tiros. Las inevitables bravuconadas de Chacumbele tenían el sentido de las peleas infantiles («A que no me quitas la pajita»), pero la amenaza de no vender más petróleo a los gringos estaba tan condicionada que no era difícil entender que era igualita a aquella de salirnos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. No nos hemos salido ni nos saldremos porque alguien le explicó a Chacumbele el costo de esa operación y se le acabaron los brinquitos. Ahora, Bernard Mommer, eminencia gris de Pdvsa, con las manos en la cabeza, explicó públicamente el tremendo error que sería abandonar el mercado gringo sin tener ninguno alternativo y la bola de plata que dejaría de percibir el país con esa gracia «revolucionaria», de modo que no hay peligro que Citgo, que, por cierto, es de Pdvsa, se vaya quedar sin crudo.
Por supuesto, un proceso judicial no es una gesta romántica a lo Che Guevara, por tanto hay que adornarlo con esas estúpidas amenazas de enjuiciar a los supuestos «traidores a la patria» que aprobaron la Apertura Petrolera bajo el gobierno de Caldera.
Aparte de que a Ramírez y su combo lo que provoca es decirle que más traidora es la señora que lo trajo al mundo, con la rotunda palabrota del caso, habrá que recordarle a él y a Chacu lo que éste dijo el 13 de febrero de 2001, cuando, lleno de orgullo, inauguró la planta de Petrozuata en Anzoátegui: «Actos como éste levantan la autoestima nacional».
Anteriormente había reclamado a los medios que no hubieran prestado suficiente atención a la inauguración de la planta de Sincor. La lengua es el castigo del cuerpo; Ramirito va a tener que meter en la lista de «traidores» al mesmísimo Chacumbele.