Me disculpo, por Simón Boccanegra
Este minicronista cometió un error por el cual se siente obligadísimo a pedir excusas tanto a la señora Rafaela Cusati como a su esposo Roberto Malaver. En una minicrónica anterior, atribuí a la señora Cusati la condición de esposa de Alberto Nolia. Eso, como fui informado después, no es cierto, aunque la reacción intolerante de la señora ante la presencia de las obras de Elías Pino en la biblioteca del Banco Central sí está confirmada. Me atribula, sin embargo, haber sugerido que la señora hubiese tenido el pésimo gusto de casarse con ese miserable de Nolia e igualmente me mortifica haber confundido a Malaver con Nolia. Por lo tanto, pido excusas a Malaver, no vaya a ser que alguna gente pudiera haber pensado que su esposa lo cambió por un tipo como Nolia, cuya bajeza, cuya cobardía de matón mediático dispuesto a venderse al mejor postor y cuya naturaleza excrementicia son inigualables e inimitables. No conozco ni a Malaver ni a su esposa pero comprendo que no debe haberles gustado nada la confusión en que involuntariamente incurrí, porque tengo el pálpito que ellos deben tener de Nolia una opinión cercana a la mía, por mucho que los tres sirvan al mismo amo. Quede registrada esta reparación.