Mensaje a las masas, por Teodoro Petkoff
Eduardo Samán es uno de esos hombres que sabe reconocer los deseos del líder aun antes de que éste los exprese. Ahí está que el comandante escribió el domingo en su columna, parafraseando a Simón Rodríguez y al Ché Guevara, en orden de aparición: «La fuerza material está en la masa y la fuerza moral está en el movimiento», «El partido es ejemplo vivo, sus cuadros deben dictar cátedras de laboriosidad y sacrificio, deben llevar con su acción a las masas hacia los fines de la tarea revolucionaria». Más adelante apuntó, en el mismo texto, que en su reunión del martes pasado planteó al Buró Político del PSUV la necesidad imperiosa de crear un Gran Frente Nacional de Masas.
¿Qué hizo entonces el nuevo titular del Minpopo de Comercio al día siguiente? ¡Zas! Puso manos en la masa y dijo que a partir de hoy comenzaría una minuciosa campaña de inspección en las areperas de todo el país, porque constató que hay «una ganancia desproporcionada por parte de los establecimientos que elaboran la arepa». Es más: lo dijo mientras pasaba revista a la planta de Remavenca, que está en el deber de procesar harina de maíz precocida a precios regulados. Por eso es que ayer, con toda justicia, Chávez comparó a Eduardo Samán con un Quijote que, en este caso, lucha incansablemente contra los molinos de maíz de las grandes empresas nacionales y transnacionales, hasta lograr el sueño revolucionario de convertirlos en miles de pilones artesanales, donde trabajaran miles de mujeres de la patria al canto de «Io / Uh, ah».
Samán sabe, tanto como el presidente, que los cambios más profundos que ha experimentado la humanidad en su historia han sido impulsados por grandes movimientos de masas. Es así que, el primer paso del ministro, ha sido evitar que esa masa –en su versión más primitiva, que es la harina– se traslade en forma de contrabando hacia tierras colombianas.
De esa forma, el Gobierno dará una nueva demostración de fuerza, al decirle a la opinión pública –a los sindicatos, sobre todo–que tiene el poder para controlar cualquier movimiento de masas que contraríe las políticas del Gobierno.
Pero su segunda acción, la de la intervención de las areperas, será la que más trascienda en el futuro. La que colocará a la arepa en el sitial de honor que el Pacto de Punto Fijo le ha negado durante 40 años.
¿Cómo lo hará? Pues, así como muchas areperas cerraron cuando el gobernador Diego Arria reguló su venta en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, Samán aspira que los grandes capitalistas que hoy amasan grandes fortunas dejen el negocio y de este modo, a fuerza de escasez, convertir a la arepa en una especie de caviar venezolano. ¿Que lo más probable es que medidas como esta contribuyan a la proliferación de carritos de hamburguesas imperialistas? Pues, ese es otro debate ideológico que al partido le tocará dar.