Mi delirio en el Bronx, por Teodoro Petkoff

El discurso en el Bronx de Nueva York fue la tapa del frasco. ¡Chávez Superstar! Chávez más allá de sí mismo. Chávez «Extra Large». «Aló Presidente» a escala galáctica. Va a limpiar el río Hudson, va a dotar de autobuses a los escolares del Bronx, va a vender gasolina más barata para los habitantes de la popular barriada, va a llevarles Barrio Adentro. ¡Qué no ofreció nuestro particular Don Regalón, nuestra versión tropical de Rico McPato!
Los filósofos tomistas del cristianismo medieval hablaban del ordo amoris, el orden en el amor; en el amor, decían, había que tener un orden. Comienza usted por amar a los suyos, a los que tiene más próximos, y de allí sigue, en círculos concéntricos, hacia los que están más allá y termina con los que ni siquiera conoce ni ha visto nunca pero forman parte de la humanidad. Claro, esos filósofos no conocieron este mundo interconectado de hoy, ni los prodigios comunicacionales que nos dan en tiempo real lo que está pasando en las antípodas. Hoy es más fácil sentir compasión y preocuparse por la suerte de los que sufren —por muy lejos que estén de nosotros— que en la Edad Media, cuando era difícil saber hasta lo que ocurría en la aldea vecina. Pero, aun así, la idea de que el amor comienza por los que tenemos más cerca no ha perdido vigencia.
Que un brazo del río Hudson esté horriblemente contaminado es un problema, ciertamente, pero más cerca de las preocupaciones de Super Hugo debería estar el río Guaire, de cuya limpieza tenemos siete años oyendo hablar al Gran Descontaminador. Chávez podría devolverle la pureza cristalina a las aguas del Hudson después, por ejemplo, de que recoja la “lenteja” del Lago de Maracaibo y lo deje como cuando se bañaban en él los indios que encontró Alonso de Ojeda en sus palafitos. ¿Y qué decir del Lago de Valencia? El Gran Ecologista no tiene que ir muy lejos para darle rienda suelta a sus inquietudes por el destino del planeta; aquí tiene campo de sobra para ello.
¿Autobuses para los niñitos del Bronx? ¡Por Dios, si en este país casi ninguna escuela pública posee transporte!
¿Barrio Adentro en la Gran Manzana? ¿Con médicos venezolanos? Porque será difícil que los gringos autoricen a los cubanos. ¿O será con galenos yanquis, entrenados por el ministro de Salud? ¡Qué lío! Pero lo más desopilante de todo fue la oferta de un enclave gasolinero en el Bronx, donde Citgo vendería gasolina más barata que en el resto de la ciudad. Un Mercal energético, pues. ¿Super Hugo pensará subsidiar a los concesionarios gasolineros gringos, pagándoles la diferencia entre el precio de mercado y la ganga bolivariana? ¿Y por qué sólo en el Bronx y no en toda Nueva York? ¿Por qué esa discriminación con el resto de la ciudad? Más aún, ¿por qué no en todo el país? Hay 14 mil bombas de gasolina con la marca Citgo en el territorio norteamericano. Podríamos derrumbar al capitalismo desde adentro, con una fabulosa operación de dumping, vendiendo nuestra gasolina a la mitad de su precio actual.
Lástima grande que los pobres habitantes del Bronx no van a ver nada de esto porque no hay razón alguna para suponer que Chávez va a ser menos ineficiente allá que aquí.
¿Y el Guaire qué?