¡Mosca!, por Teodoro Petkoff
Aquel tipo sobrancero de otros días, ya no puede disimular la inquietud que corroe su ánimo. La evidencia de que el respaldo de que gozaba evoluciona hacia rechazo y repudio a sus políticas, transformando su mayoría en minoría, lo lleva a optar por la provocación como principal instrumento de su arsenal. Para provocar, ¿qué mejor arma que la represión gratuita? Decimos gratuita porque no responde a necesidades de orden público sino a la intención de alterarlo mediante la actuación, sin razones que la motiven, de los cuerpos policiales y de la Guardia Nacional, así como la de grupos violentos, para luego, con todos los recursos mediáticos de que dispone, presentar como responsables a las propias víctimas.
A esto se añade la utilización de la Fiscalía y de los tribunales para dar un barniz legal a la represión, sin hablar del propio discurso del señor Chávez, que tiene la particularidad de sacarle la piedra a sus oyentes, operando como un fuerte revulsivo de la opinión pública sobre todo cuando está picado y lleno de reconcomio, como después de Unasur, por ejemplo.
Son los insultos y las amenazas del domingo pasado contra los gobernadores Pérez Vivas y Pablo Pérez, las declaraciones de la fiscal satanizando las manifestaciones y protestas públicas, la represión violenta y posterior encarcelamiento y enjuiciamiento de los trabajadores de la Alcaldía Metropolitana y del prefecto de Caracas, la acción impune de las patotas no sólo en Caracas sino en otras ciudades del país. Todo es parte de una misma estrategia.
El juego está cantado y es predecible. El objetivo es crear un clima de crispación, de reavivamiento de la polarización extrema, que el señor Chávez ha utilizado siempre como mecanismo de reagrupamiento de sus partidarios. Hoy, más que nunca, necesita apelar a estos artificios, ante el creciente desfallecimiento del entusiasmo que se expande entre una población decepcionada y desencantada de una gestión en la cual ya no se asoman ninguna de las viejas capacidades de generar esperanzas.
El señor Chávez sabe que está perdiendo. Si algo tiene es olfato. Sabe que las contradicciones que brotan en sus propias filas son ya imposibles de disimular. El ex presidente de CVG y de Bancoex, Víctor Álvarez, se suma a otros intelectuales chavistas en el examen crítico de lo que tiene ante los ojos. «El modelo socialista es inviable si sigue por este camino», es una de sus desconsoladas conclusiones (El Mundo, 31/8/09). No es el único. ¿Tiene algo que ver con este desenvolvimiento de las cosas la línea impulsada por la oposición democrática? Sin duda alguna.
No haberle hecho el juego a la política de colisión del señor Chávez, no caer en sus provocaciones, haberse aferrado a las respuestas institucionales, aún a sabiendas de su inutilidad, para subrayar la voluntad democrática, ha sido una conducta eficiente.
El propio presidente lo evidencia cada vez que abre la boca. El señor Chávez ha querido mantener siempre viva la exasperación del año 2002. No complacerlo es uno los mayores logros de la oposición democrática. Ante la feroz arremetida de estos días se presentan nuevos retos para la racionalidad y la inteligencia de la respuesta.