MUD debe concretar alianzas y narrativa clara para lograr espacios el 21-N
La MUD es uno de los sectores de oposición que va a las elecciones del 21 de noviembre. Especialistas coinciden en que los opositores deben superar sus propias limitaciones y acusaciones para evitar un descalabro electoral y obtener nuevos espacios de poder. La pelea entre los precandidatos del estado Miranda no contribuye en estos objetivos
El cronograma para las elecciones regionales y municipales, previstas para el 21 de noviembre, avanza con pocos tropiezos. Con el tiempo en contra —ya que las sustituciones que se reflejan en boleta vencen el 22 de septiembre—, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) tiene la obligación de concretar las alianzas lo más pronto posible si quiere obtener algunos cargos.
La MUD, en su anuncio de participación, prometió que estos comicios no serían vistos como una «fiesta electoral» pero politólogos consultados tampoco ven una narrativa clara del lado opositor que incentive a los ciudadanos a votar.
La abogada Eglée González Lobato, directora de la Cátedra Libre Democracia y Elecciones de la Universidad Central de Venezuela, señala que para la oposición la prioridad son las gobernaciones, donde todos los factores de oposición están llamados a evaluar dichos acuerdos unitarios. Pero dichas alianzas, dice la jurista, «miran al país en toda su extensión territorial».
«La oposición, esta vez, tiene una capacidad realista de mirar y reconocer que hay sitios donde el oficialismo tiene su militancia y, aun cuando el país está en contra de las decisiones de Maduro, son elecciones regionales y locales y los ciudadanos están pendientes de cómo se les resuelve el día a día. Aun cuando el costo lo debería pagar el oficialismo, la fractura de la oposición ha impedido un despliegue efectivo del ejercicio de la política, lo otro es que el boicot electoral ha atrofiado a estas fuerzas», destaca González Lobato.
Otra cuestión sobre la que advierte es la importancia de las condiciones electorales propias y técnicas, además de evitar que desde el gobierno de Nicolás Maduro se vacíe de poder estos espacios, como ocurrió con las alcaldías y gobernaciones con la instalación de los protectorados.
Para Jesús Seguías, consultor político y presidente de la encuestadora DatinCorp, a estas alturas el mayor problema que enfrenta la oposición no es la abstención. En estados donde han hecho estudios recientes, detectaron una participación superior al 60% y, en algunos casos, al 70%.
«Esto es una cifra bastante buena que demuestra que los venezolanos decidieron ser partícipes activos de la ruta electoral. El gran problema de la oposición es la división interna que enfrentan entre ellos», asegura.
Seguías enumera los aspectos que necesita la oposición para ganar: Ir lo más unidos posibles al proceso, candidatos únicos, tarjeta única, una gran narrativa electoral que entusiasme a la gente y, sobre todo, que los que están rezagados vayan a votar; y un padrón electoral y buenos defensores del voto.
«Todos estos factores dependen del liderazgo opositor, no dependen del Gobierno o del CNE. Y las condiciones que existen actualmente para ir a votar son mejores que las que había en 2015. Sin duda alguna, hay que estar pendiente de las reglas de juego y protocolos de votación, pero lo más importante depende de la misma oposición y eso es lo que no está resuelto«, asegura.
Posibilidades de triunfo
Eglée González Lobato destaca que es muy pronto para hacer una evaluación sobre las postulaciones o la capacidad que tienen los factores democráticos para obtener una victoria en las elecciones regionales. «Hay que considerar que el gobierno de Nicolás Maduro tiene más del 80% de control sobre gobernaciones, alcaldías, concejos municipales y legislativos. Esto quiere decir que para poder competir con el gobierno se tiene que generar un proceso electoral competitivo que aminore o controle la ventaja que siempre se procura el partido de gobierno en contra de la oposición».
A su juicio, en estas elecciones también entran en juego las garantías que logren en la negociación en México por Venezuela. «En México vemos factores políticos, una parte de esa oposición que ha sido la parte que más ha confrontado a Maduro en el poder, sin embargo, cuando nos vamos al 21 de noviembre, la oposición participa a través de tarjetas diversas«.
A pesar de que la plataforma unitaria dijo que solo postularía por la tarjeta MUD, la realidad obligó a utilizar el partido Un Nuevo Tiempo. Ambos quedaron ubicados en el tarjetón electoral en la parte superior izquierda, por debajo de Tupamaros y el PSUV.
«¿Qué sucedió esta vez? Los partidos, al no tener tiempo para los acuerdos por ser muchos postulados, decidieron que sus tarjetas participaran en el juego electoral. Son 3.082 cargos donde más de 2.700 son para órganos colegiados, apenas 335 para alcaldías y 23 gobernaciones, hacer un acuerdo que abarcara este número importante de cargos no es fácil», indica González Lobato.
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La MUD no tiene muy claro todo, considera Jesús Seguías. «Tiene definido que van a participar, pero no tienen definida su estrategia de alianzas, las candidaturas en algunos sitios. Definieron candidatos pero están separados de otros candidatos opositores, llamémosle moderados, pero no están representando al PSUV. Entonces, este elemento indica que aún no hay claridad».
El presidente de DatinCorp recordó que la MUD viene de «una gran derrota política por el fracaso del mantra del gobierno interino», además de los llamados a las abstención en los procesos del 2018 y 2020.
«Cuando hay una crisis y una derrota como esta, viene una etapa de caos que debió haberse superado en marzo pasado. Debían rectificar con urgencia y rehacer el juego, crear nuevas estrategias y, al mismo tiempo, una sana rotación de actores. Como son los mismos actores que llevaron a la crisis y a la derrota, eso hace más difícil llegar a un proceso de cambio y nuevas estrategias», explica el consultor político.
Además, recuerda que, faltando dos meses para las regionales, la oposición entra en el terreno de la improvisación al no tener estos aspectos definidos. «Debieron hacer primarias en muchos estados para evitar conflictos como los que vemos hoy en Miranda. Ahora la excusa es que no hay tiempo, y eso no es bueno para la oposición. Todos estos elementos son los que hacen más complicado su participación en elecciones».
Arreglos con la Alianza Democrática
La Alianza Democrática se formó en 2020 entre partidos intervenidos por el Tribunal Supremo de Justicia y otros que no se identifican con el «radicalismo» de algunas posiciones del gobierno interino. Aquí entran partidos que, en su momento, abandonaron la MUD, como Avanzada Progresista y el Movimiento Al Socialismo (MAS).
Pero, al no ser una tarjeta unitaria, Eglée González Lobato considera que la MUD debería hacer acuerdos con cada partido, dependiendo de la situación política en cada una de las regiones. «La Alianza Democrática puede no apoyar a todos los candidatos en todas partes, es decir, no habrá una alianza perfecta (…) Dentro de la Alianza Democrática, aún cuando se apoyaron a los mismos 23 gobernadores, la situación de aquí al 22 de septiembre podría cambiar«.
Para Jesús Seguías, evaluar un acuerdo entre la MUD y la Alianza Democrática forma parte de los dilemas políticos cuando corresponde dar grandes virajes. «Se está rompiendo con esquemas y paradigmas tomados como ciertos en el pasado. Eso es parte del juego político. La pregunta es ¿puede la oposición sola, fraccionada como está, ganar las elecciones en Anzoátegui y otros estados? Hay que saber contar los cañones».
Por ello considera que los gobernadores actuales de oposición, que han enfrentado dificultades en su gestión, deben evaluar hasta qué punto necesitan del resto de los factores.
También refiere que para lograr estos acuerdos hay que sortear acusaciones de todo tipo, «y creo que eso es impertinente en estos momentos, porque en algunos aspectos el tiempo les dio la razón a estas personas que llamaron alacranes».
Miranda, ¿reflejo del país?
En la última semana se conoció de los acuerdos que suscribieron Carlos Ocariz (Primero Justicia) y David Uzcátegui (Fuerza Vecinal) para decidir quién sería el candidato unitario en el estado Miranda. Ambos dirigentes aceptaron medirse en cuatro encuestas independientes (tres en hogares y una telefónica) con la posibilidad de ser auditadas por ambos comandos políticos.
Pero Ocariz reclamó que dos de las cuatro encuestas no habían sido auditadas, y pidió que se cumplieran los acuerdos. Aseguró en una rueda de prensa que había obtenido la victoria en dos de dichos instrumentos, en uno resultó electo Uzcátegui y sobre el otro desconocía resultados.
Exigimos que se auditen o repitan las encuestas que no fueron auditadas, tal cual acordamos, con presencia ambos comandos. Con transparencia.
CUMPLAN LO ACORDADO.
En #Miranda no vamos a consentir caprichos, haremos respetar la palabra. pic.twitter.com/yoDAxvqEOE
— Carlos Ocariz (@CarlosOcariz) September 3, 2021
David Uzcátegui salió al paso de estos señalamientos y reclamó la victoria en tres de las cuatro encuestas, al tiempo que pidió a Ocariz reconocer los resultados y sumarse como jefe de su campaña. Ante la guerra entre candidatos, la MUD solicitó que se repitieran los resultados en los instrumentos que no habían sido auditados, cuestión sobre la que el dirigente de Fuerza Vecinal no ha dado respuesta.
A los candidatos de Miranda hay que decirles que nadie puede construir sobre cenizas, sentencia la profesora González Lobato. «Después que se destruyan uno al otro va a ser más difícil construir y eso no se le puede imputar a los ciudadanos. No solamente se necesita unidad de candidatos sino que se necesita acercar a los ciudadanos al voto».
La especialista recuerda que los partidos en general llegan a estas elecciones con una gran desconfianza del ciudadano, y la necesidad de verdaderos liderazgos regionales. «Quizás el gran reto de los factores democráticos es empezar una hoja de ruta de aceptación o de trabajo conjunto entre los partidos y la sociedad civil».
«¿La oposición puede estar peor de lo que ya está? Evidentemente sí, en el sentido de perder las gobernaciones que ya tiene si van divididos o si cada uno le rebana al otro la capacidad de triunfo que pueda tener», sentencia la abogada.
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Mientras que Jesús Seguías señala que una división entre David Uzcátegui y Carlos Ocariz solo ocasionará la victoria de Héctor Rodríguez. «Se lo he comentado a ambos, y están obligados a actuar inteligentemente para evitar la dispersión del voto y salir exitosos de esas elecciones, porque el adversario que tienen no está tan debilitado como otros chavistas en algunos estados».
El presidente de DatinCorp también recuerda que para ganar el estado Miranda no se depende exclusivamente del voto en los municipios metropolitanos (Baruta, Chacao, El Hatillo).
«Miranda es mucho más que eso. Miranda es el municipio Sucre, que es el más grande del estado y es la cuarta parte de la población electoral. Allí el chavismo siempre ha tenido una gran fortaleza. Están los Valles del Tuy, donde el chavismo también ha tenido fortaleza, al igual que en las zonas de Barlovento y Guarenas-Guatire. Hay que evitar confusiones en ese sentido, que piensen bien su estrategia porque separados veo complicado que tengan posibilidades de victoria».
Además afirma que en estos momentos cada voto pesa mucho en estados y municipios, pues producto del éxodo que se generó en el país en los últimos años —y que alcanza las seis millones de personas— la oposición perdió la mitad de su base electoral. «Hasta ahora, en aquellos estados donde no ha habido liderazgos consolidados están urgidos de establecer una amplia y agresiva política de alianzas para poder obtener alguna victoria en 21 de noviembre, de lo contrario lo veo bastante difícil».