Navidad en México, de las hallacas a los tamales
El plato navideño venezolano se consigue fácilmente en México, pero hay quienes además han agregado al menú el tradicional pollo con romerito del país azteca
Autor: Jessi Freitez Guedez
Posadas, elotes, tamales y champurrado, palabras que posiblemente en Venezuela no son nada familiares, pero en México son sinónimos de que inicia una de las épocas más esperadas del año: la navidad. Se nota en las calles adornadas a todo color y sin reserva de iluminación, en las personas cargando muchas bolsas de compras, en las jugueterías abarrotadas de nueva mercancía, en las ofertas decembrinas.
México no sabe y no puede ocultar cuando una festividad se avecina. El país norteamericano tiene en su haber un sinfín de tradiciones durante estas fiestas. Algunas se asemejan a las venezolanas, otras tienen origen en la época prehispánica y en la influencia cultural que tiene el ser vecino de Estados Unidos.
La comunidad venezolana en el país azteca alcanza los 40.000 migrantes, según cálculos extraoficiales. La mayoría residen en el capital, les ha tocado adaptarse a la cotidianidad, comida y tradiciones mexicanas, aunque también han ido compartiendo las propias. No falta el que añora aquellos días de misas de aguinaldo, patinatas o gaitas, pero están los que han comprendido que la migración se puede hacer más llevadera si se busca la manera de ser parte del nuevo hogar, disfrutando las tradiciones locales.
Adriana Pérez lo tiene muy claro. “Navidad es alegría donde sea”, dice. La caraqueña tiene como motivación a su hija de 10 años y a su esposo, con quienes migró. Aunque no ignora que las festividades son diferentes, asegura que son divertidas en cuanto a la decoración, coloridas y vistosas. “Las casas están muy adornadas y se ven bien, hay muchas luces, cosas brillantes y mercados por doquier para adquirir los productos necesarios para el compartir estas fechas”.
En la capital venezolana se quedó el árbol de navidad de los Pérez, era de plástico. En su nueva casa, adornaron un pino natural. “Fuimos a un lugar donde puedes cortar el árbol y luego debes sembrar uno, son sitios especiales para eso en donde si bien se talan los pinos, hay un mensaje de responsabilidad con el medio ambiente”, señala.
La familia Pérez vive al sur del país, donde es tradición que los niños reciban regalos de los reyes magos el 6 de enero y no necesariamente el 24 de diciembre. En su caso, mantiene la tradición venezolana con su hija, quien recibe obsequios del Niño Jesús y un detalle en enero. “Debimos explicarle que aquí es diferente, pero también le dijimos que ella es de Venezuela y puede compartir y comprender las tradiciones tanto de allá como de acá”.
Adoptando costumbres
Otra de las tradiciones acogidas por los Pérez y otras familias venezolanas es la compra de una piñata para la noche del 24 de diciembre, la cual es elaborada con una olla de barro decorada con colores brillantes. Debe tener siete picos que terminan dándole la forma de una estrella, se rellena con dulces y frutas.
Como la mayoría de las tradiciones en estas fechas, la piñata tiene un significado religioso: el forro de colores que la recubre es relacionado con las tentaciones, por ello deben ser brillantes y llamativos. Los siete picos que sobresalen son los pecados capitales. Se debe romper con los ojos vendados como un acto de fe en el que el individuo se repone ante las tentaciones. Al final, los dulces y frutas simbolizan dones y regalos celestiales por haber vencido al mal.
“Compramos la piñata porque a los niños les encanta, además de lo llamativo de los colores. Es una tradición muy bonita, aunque se nos hizo extraño al principio tener una en navidad y no en cumpleaños, como normalmente las tenemos en Venezuela”, explica Adriana Pérez.
Los mexicanos tienen como costumbre regalar ovejas de plástico en navidad. Ruth Jiménez, merideña con tres años de haber llegado al país, explica que los vendedores de calles inundan la ciudad con estos animales, que vienen en diferente tamaño. Regalarlas es desear prosperidad económica a quien las recibe, debido a la lana, una forma de también llamar al dinero. “Este año regalaré tres ovejitas para la abundancia de mis amigos y para la mía”, afirma.
En cuanto a la comida, por lo general en el último mes del año se come tamal y se bebe champurrado, preparado con leche y chocolate. El 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe se prepara un pollo relleno de romerito, que según la larense Mariel Peña, “es una delicia”. Lleva cinco años en México y ya sabe preparar todos los platillos de las fiestas decembrinas, y también compra la rosca de reyes, que se parte el 6 de enero.
Mariela González tiene una visión diferente de la navidad en México. Llegó al país sola hace dos años, es de Maracaibo y considera que estas fechas son de fiestas sin parar. Se refiere a las Posadas, otra costumbre que tiene origen en la llegada de los españoles a la antigua Tenochtitlan, cuando los franciscanos y agustinos instauraron los ritos de arrullar al Niño Jesús.
Se celebran del 16 al 24 de diciembre y se hacen representaciones del peregrinaje de María y José desde Nazaret hasta Belén. Actualmente en México las posadas son fiestas con amigos, compañeros de trabajo, familia y conocidos. Son noches de tamales, bebidas y fuegos artificiales.
De allá para acá
El desplazamiento de venezolanos al país azteca en los últimos años se ha intensificado, al punto de que es posible conseguir productos del país suramericano. En el Mercado Medellín de Ciudad de México, por ejemplo, es posible adquirir lo necesario para las tradicionales hallacas, como la Harina Pan. Lo difícil es conseguir el pabilo.
Jesús Herida y su esposa hacen hallacas todos los años, y desde hace cuatro es tradición que sus conocidos mexicanos se reúnan para preparar el plato navideño. “Ponemos villancicos, gaitas, Guaco. Lavamos las hojas e invitamos a nuestros amigos. Se volvió tradición ir a casa de los ‘chamos’, como nos dicen”.
El 24 de diciembre la familia Heredia cena un poco antes de las 12 para desearle feliz navidad a sus vecinos y el 31 de diciembre terminan el año haciendo un conteo regresivo con una emisora de radio venezolana a través de internet, para no perder la costumbre.
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