Negligencia criminal, por Teodoro Petkoff
Ya se oyen voces desde las alturas del gobierno advirtiendo que no se debe «politizar» la tragedia de Paraguaná; naturalmente, a «politizar» se le da la connotación de «culpar al gobierno». Se nos pide, pues, que no busquemos responsables «políticos» de lo que habría sido un puro y desgraciado «accidente». Sin duda que «accidente» fue, pero no casual.
Una explosión de tal magnitud, en una refinería petrolera que tiene fama de ser de las mayores del mundo, ocurre habitualmente porque operaciones que se debían haber hecho, no se hicieron, porque procedimientos de rutina fueron descuidados y, sobre todo, porque los llamados de alerta no fueron atendidos.
Todo esto tiene responsables. Y en una empresa estatal, como lo es Pdvsa, con todas sus filiales, el responsable de todo lo bueno y lo malo que en ella ocurre es su propietario, en este caso, el Estado nacional y su principal operador: el gobierno nacional.
Si por politizar hemos de entender que este no puede evadir sus responsabilidades, entonces la tragedia está politizada de hecho.
Además, no hay que explorar mucho para encontrar a los responsables de este desastre. Trabajadores de la planta, expertos petroleros, meros habitantes de la zona, todos a una coinciden en que el origen de la explosión se encuentra en la falta de mantenimiento.
Esto lo confirma la propia Memoria y Cuenta de Pdvsa del año 2011, en la cual, de acuerdo a lo que apunta el periodista Andrés Rojas Jiménez, en El Nacional, el año pasado hubo 0% de avance en los trabajos de mantenimiento en Amuay.
Se tenían previstas nueve paradas de mantenimiento, sólo se hicieron tres y las restantes fueron pospuestas para 2012. En lo que va de este año no se ha hecho ninguna.
¿Quién responde por esta negligencia criminal, que no sea el propietario de la planta, es decir, el gobierno? Como ironía sangrienta, se produjeron, en cambio, siete paradas no programadas debido a fallas eléctricas, fuga de gases, roturas, fallas en el funcionamiento de bombas y falta de gas natural. Esto está escrito en la Memoria y Cuenta de Pdvsa.
¿Quién responde por esta ineficiencia generalizada, que en el curso del lapso en que el chavismo le puso la mano a Pdvsa ha habido más de 300 accidentes, 77 muertos (sin incluir los de la reciente explosión) y 300 heridos (id.) según recordaba nuestro editorial de ayer? Y todavía el responsable mayor, el Presidente de la República, se adelantó a calificar de «irresponsables» las versiones que apuntan a negligencia por parte de Pdvsa. Irresponsable es quien se atreve a descartar de una vez la más obvia de las causas de la explosión. Pero sabe por qué lo hace.
Pretende obturar los caminos que conduzcan a las personas de carne y hueso que manejan la planta en sus niveles gerenciales así como las que manejan la cúpula de Pdvsa. En cualquier otro país a estas alturas ya habrían entregado el cargo o habrían sido destituidos el ministro de Energía, en este caso, Rafael Ramírez, y el presidente de la directiva de Pdvsa, para el caso, el mismo Rafael Ramírez. Por cierto, en esta aberrante concentración de los dos cargos decisivos en la industria petrolera en una misma persona puede encontrarse la fuente de la generalizada incapacidad e ineficiencia que caracteriza a Pdvsa desde que la volvieron «nueva».
Si, como se dice siempre en estos casos, la investigación va a llegar «hasta las últimas consecuencias», estas están localizadas en Rafael Ramírez.
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