Negociar o perecer, por Héctor Pérez Marcano
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Estoy perfectamente de acuerdo en que la crisis política venezolana solo es posible solucionarla mediante una negociación política que concluya en un gran acuerdo que satisfaga a los diversos factores que inciden y deciden en ella.
Hay que analizar crudamente si en verdad se puede negociar con el régimen de Maduro y la casta cívico-militar que controla el poder en Venezuela.
Chávez y sus acólitos tienen un historial de desconocimiento de la voluntad popular. En el 2007 el pueblo votó mayoritariamente no y derrotó a Chávez.
¿Qué hizo Chávez? Se otorgó poderes habilitantes y, mediante 120 decretos leyes legisló, estableciendo como válido lo que el no del pueblo había negado.
En 2015, la oposición ganó los dos tercios de la AN. Inicialmente fingieron acatar el resultado. Inmediatamente, utilizando una vez más al cómplice TSJ desconocieron la voluntad del pueblo. Por tanto, el régimen debe dar una demostración de buena fe, previa a cualquier negociación.
Maduro aparenta querer negociar, pero no entiende que no puede perpetuarse en el poder en contra de la voluntad del pueblo. Como no hay garantía de que el régimen acate la voluntad popular debemos exigirle condición sine qua non algunas decisiones previas de buena fe que impliquen voluntad de negociar y acatar.
¿Quiénes son los contendores aquí? De un lado, la inmensa mayoría del pueblo, 85%; y del otro, la casta cívico-militar que sostiene al régimen.
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¿Hay otra salida? ¡No! El juego está trancado. Lo otro es la destrucción del país. El genocidio como solución es inaceptable.
En los años 50 y 60 se convino en negociar la solución política en Indochina. En ese entonces colonia francesa. De esas negociaciones se formaron varias naciones, aunque la guerra continuó. Vietnam del Norte, Camboya y Vietnam del Sur son producto de esas negociaciones. Más adelante, en los años 60, se solucionó en París la situación de la guerra de Vietnam y se logró el retiro de las fuerzas militares de EE. UU. y el nacimiento de lo que hoy es Vietnam. Tales negociaciones pacificaron Indochina hasta el punto de que hoy día EE. UU. y la República de Vietnam mantienen relaciones en el marco de las normas internacionales.
La oposición debe expresar su voluntad de negociar, ya Guaidó se pronunció a favor de gestionar la suspensión del bloqueo económico. Estoy de acuerdo, pero debemos exigir algunas decisiones previas que indiquen buena fe por parte del régimen. La primera exigencia debe ser la libertad de todos los presos políticos y militares, el indulto a Leopoldo López. La lista de presos políticos que deben ser indultados la debe encabezar el general Baduel y su familia.
Debe ser condición sine qua non la rehabilitación de los dirigentes inhabilitados y la devolución de los partidos confiscados a sus legítimos dirigentes, la eliminación de desacato que pesa por decisión del TSJ sobre la AN electa en los comicios parlamentarios del 2015. Esa decisión inició el desconocimiento de la voluntad popular y generó la crisis política que hoy padecemos.
Dadas esas condiciones, la oposición podría comprometerse a gestionar la eliminación de las sanciones económicas que hoy bloquean la economía venezolana. Las sanciones personales deben permanecer.
Se necesitan decisiones que puedan generar pacificación política y económica y poner en manos del pueblo las decisiones que pacifiquen el país mediante elecciones transparentes y confiables avaladas por la ONU, la OEA y la UE.
Ya lo fue cuando en 1969 el régimen convino en una política de pacificación y los frentes guerrilleros armados se acogieron a dicha política.
No se necesita ser muy agudo para concluir en que es urgente llegar a una solución. Concluir en que no resolver agravará aún más la situación y será más difícil resolverla. Venezuela es hoy día un Estado fallido. Las consecuencias sobre la población conforman una situación de genocidio que afecta a millones de habitantes.
Ya resulta insólito que haya factores que no entiendan que hay que parar la destrucción del país. Hay que salvar a las generaciones que tendrán que enfrentar problemas cada día más complejos y por tanto de más difícil solución.
Debemos salvar a Venezuela y convertirla en un país real, en un país donde valga la pena vivir. Un gobierno de salvación nacional se hace urgente para dejar de ser un Estado fallido. El régimen bolivariano ha destruido al país; por tanto, se hace urgente relevarlo. Cada día, cada hora que transcurre nos acerca a la debacle total. Al final de una sociedad que no supo, por la tozudez de sus dirigentes, actuar a tiempo. En la oposición hay dirigentes —Ledezma, María Corina Machado— que actúan como Sansón en el templo.
Héctor Pérez Marcano fue dirigente político y diputado del Congreso de la República.
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