Negociar y votar, por Luis Martínez
Sectores de la oposición venezolana, cada vez más minoritario, se empeñan en plantear el camino de la violencia como ruta para salir del gobierno. Estos grupos estimulan invasiones que solo en su mente están presentes; así como incitan a sectores de una fuerza armada dividida y parte de ella corrompida por el régimen, para que destituyan al actual presidente. De igual manera crean escenarios y fechas emblemáticas para ilusionar a los venezolanos con salidas irreales, desprovista de lógica y estrategia política. Estos grupos, partidos y dirigentes que tienen como base de apoyo las redes sociales, están en franco proceso de reducirse ante la pérdida de credibilidad de su prédica iracunda.
El pueblo venezolano quiere cambio, de eso no hay duda. Pero, no quiere cualquier cambio. En la gran mayoría de los venezolanos se fragua un sentimiento de cambio por vía pacífica, constitucional, democrático y electoral. El país intuye que de esa manera es posible restituir rápidamente las instituciones del Estado, equilibrar en menor tiempo posible la maltrecha economía, disminuir significativamente la delincuencia e impunidad que impera en amplios sectores de la sociedad venezolana, abastecer con premura la precariedad de medicinas y alimentos, retomar el mantenimiento y construcción de la infraestructura pública e institucionalizar el estado venezolano para ponerlo al servicio de los ciudadanos. Por vía violenta o quiebre institucional eso no es posible y el tiempo para restablecer las instituciones y apaciguar caracteres, seria impredecible.
«No hay que tenerle miedo a la palabra negociación o diálogo. No hay que hacer eco de quienes estigmatizan la salida negociada»
No hay que tenerle miedo a la palabra negociación o diálogo. No hay que hacer eco de quienes estigmatizan la salida negociada. Estos sectores han llegado al extremo de transformar la abstención en una política que los lleva a implementar campañas en contra del voto, ante la inoperancia de sus planteamientos de cambio abrupto que nadie compra. La negociación y dialogo debe ser parte de una estrategia que no dependa de mayor o menor nivel de popularidad, ni de complacer auditorios iracundos de radicalismos ramplón que nada aportan a la solución de la grave crisis que padecen los venezolanos. Tampoco puede esperar que, las evidentes contradicciones que se dan a lo interno del Psuv y del gobierno se resuelvan, para poder impulsarla como política. La negociación y dialogo debe ser una política que, incluso, trascienda posterior al cambio. Esta es la ruta que puede construir una transición política importante en el país que iría mucho más allá de un cambio de gobierno. Bien pudiera generar condiciones necesarias para enmarcar al país hacia su verdadero desarrollo.
La política de diálogo y negociación no es estática. No espera por condiciones ideales, sino que las promueve. Para la oposición que apuesta o asume esta como política debe, por convicción, participar y estimular el voto en procesos de cambio que generen oportunidad para acumular fuerzas en instituciones del Estado. Entre ellos, las elecciones municipales son importantes porque representan institucionalmente el poder público más cercano a los ciudadanos. Es un bastión de lucha y promoción para el cambio. Mirar con desprecio las elecciones municipales, es tener una mentalidad centralista y, sin duda, forma parte del problema que queremos cambiar. Negociar y votar.