Nicolás Maduro acentúa control social gracias al coronavirus, advierten especialistas
Carlos Romero y Marisela Betancourt coinciden en que Nicolás Maduro busca obtener un provecho político de la crisis por la llegada del covid-19 y que las medidas tienden a acentuar el control social al que venía apuntando
El sábado 11 de abril, el gobierno de Nicolás Maduro anunció que el Estado de Emergencia y la consiguiente cuarentena de un mes decretado en Venezuela por la llegada del coronavirus, el cual vencía el siguiente lunes 13, se prorrogaría por un mes adicional, en el que continuarían los esfuerzos para evitar la propagación de la pandemia, que hasta el momento alcanzaba la cifra de 175 contagiados y nueve fallecidos.
La medida, según explicó Delcy Rodrígeuz, obedecía a que, pese a que el país registraba unas cifras muy inferiores a los casos de países de Europa, Norteamérica y varios de América Latina, las curvas exponenciales de contagios en países vecinos podían afectar o perturbar la situación de Venezuela.
Desde entonces, se ha visto una nueva serie de acciones por parte del Ejecutivo para incrementar la centralización de la atención de la situación y acrecentando no solo la presencia de funcionarios en las labores, como el que sean los llamados «protectores» de estados los que hagan llegar insumos de diagnóstico de la enfermedad o supervisen instalaciones hospitalarias, sino que se han producido nuevas detenciones a comunicadores e incluso a personal médico que ha divulgado informaciones sobre la propagación de la covid-19.
Centralización de acciones llevan al control social
Politólogos consultados por TalCual coinciden en que Nicolás Maduro se ha valido de la llegada al país de la pandemia para intentar sacar un provecho político, en el que el más importante sería el de consolidar el control de la sociedad, pues están suspendidas garantías como el derecho a la reunión, algo que dificulta la actividad y el proselitismo políticos.
Carlos Romero explicó que ya algunos autores y conocedores de la teoría democrática han venido alertando que la situación de emergencia, debido al coronavirus ha llevado a varios gobiernos a centralizar la política de respuestas, lo que hecho que algunos de ellos hayan planteado medidas de carácter autoritario, con lo que el gran perdedor viene siendo la democracia debido al control social que se deriva de ello.
“En el caso venezolano, evidentemente el Gobierno se ha amparado en el coronavirus para acentuar sus controles sobre la sociedad venezolana”, indicó Romero, quien sostiene que Nicolás Maduro se está valiendo de la emergencia para desviar la atención sobre los principales problemas del país.
“La primera impresión que tengo es que el Gobierno ha querido ocultar la serie de preocupaciones que teníamos previos al coronavirus; el agua, la gasolina, luz eléctrica, migrantes y el tema petrolero. En cierta manera se ha aprovechado del coronavirus para tratar de excusarse por no resolver estos problemas alegando que el país está suspendido, pero lo que yo temo es que esa suspensión lo que va a llevar es a mayor presión para el momento que sea necesario, una vez se controle el coronavirus, y se abra la sociedad venezolana, vamos a ver si vamos a tener gasolina, y servicios públicos” señaló el politólogo Carlos Romero.
Dominio político y control social
Marisela Betancourt expresó que, para un país en donde el uso excesivo de la fuerza policial y militar ha sido duramente cuestionado por informes de monitoreo de DDHH, y en donde los debidos procesos son violados, incluso en un marco de plena vigencia del Estado de Derecho, una situación extraordinaria presupone una preocupación mayor para las libertades consagradas, y al respecto observa que con la propagación de la pandemia se evidencia la progresiva orientación hacia el dominio político por parte de los gobiernos.
“Hay una tendencia a la autocratización de la política y, evidentemente, en situaciones extraordinarias se generan las condiciones idóneas para establecer mayores relaciones de dominio. En términos de biopolítica ya estamos viviendo en una sociedad de control, y la pandemia acelera los mecanismos que la justifican. Cuando nos concentramos en regímenes políticos autoritarios como el venezolano los riesgos siempre son mayores”, detalló Betancourt.
Betancourt destacó, no obstante, el acierto de Nicolás Maduro en tomar las medidas más radicales apenas el virus está alcanzando a Venezuela y en este sentido precisó que mientras muchos presidentes de la región pasaron por una fase de negación y de subestimación del virus, probablemente para proteger a sus países de las secuelas económicas de una paralización masiva de actividades, establecieron al comienzo cuarentenas más laxas, con algunas flexibilidades.
“No podemos comparar las economías de la región con Venezuela, que es un país con altos niveles de paralización e improductividad pre pandemia. Sin embargo, Maduro no pasó por esa etapa de negación del virus, y desde el comienzo se plegó a los lineamientos sugeridos por China, en este caso, el establecer una cuarentena obligatoria y el uso obligatorio del tapaboca. Ahora, un mes después, muchos países que en un momento fueron más flexibles, están asumiendo posturas más radicales con respecto al virus, con restricciones de movilidad, multas, obligatoriedad en el uso del tapaboca, etc. El miedo de Maduro a un desbordamiento de la crisis, producto del desmantelamiento de la infraestructura sanitaria, nos jugó a favor a los venezolanos, para que tomara las medidas más radicales desde el principio” explicó Marisela Betancourt.
La politóloga y escritora señala que la práctica de detenciones para quien divulgue informaciones no oficiales sobre el coronavirus es una expresión de este intento de control social. «La conciencia crítica en una democracia no se suprime, al menos no como política de Estado, en un régimen autoritario sí. Por eso es tan delicado el tema de detener (personas) ante cualquier información. En Venezuela hubo varias detenciones, en las primeras semanas, de periodistas que sencillamente estaban informando sobre la situación del virus», apuntó.
Desde la perspectiva de Marisela Betancourt, el Gobierno quiere plantear un discurso verosímil del manejo de la pandemia, cuando la realidad es que su trayectoria discursiva en los últimos años ha demostrado todo lo contrario. «Es un Gobierno opaco a la hora de manejar y oficializar cifras; no se corresponde el discurso a la realidad que vivimos los venezolanos y con la persecución de las vocerías extraoficiales sobre el virus lo que hace es seguir cayendo en una práctica violenta, no democrática de la política. Los países que mejor han enfrentado el virus son aquellos donde se ha diversificado y descentralizado el manejo de la información. No solo de los tests (pruebas para diagnosticar) , sino de la información, se contraponen matrices, opiniones, estudios».
Distanciamiento
Carlos Romero considera que otro factor que ha contribuido a que Nicolás Maduro parezca estar jugando solo en el tablero de la atención a la crisis del coronavirus, algo que ha favorecido el incremento del control social, es la profundización de la división entre el Gobierno y la oposición a raíz de la propuesta de EEUU para que el gobierno chavista entregue el poder.
“La decisión de EEUU de buscar un cambio político, de régimen, ha complicado la situación, porque lo que ha hecho es dividir mucho más al país y en un momento en que debería haber una unidad nacional, como ha sucedido en otros países para enfrentar el coronavirus, se han distanciado, la oposición buscando un cambio de régimen por cualquier vía y Maduro a la defensiva, pero sin tener ningún gesto de apertura al igual que la comunidad internacional que ha brillado por su ausencia».
A juicio de Romero, esta situación puede desembocar en un choque de trenes entre los bandos políticos enfrentados, algo que está rodando y que en la medida que se prolongue la cuarentena va a ser más fuerte porque “los trenes van a tener mayor velocidad”.
Intransigencia
Marisela Betancourt, por su parte, también observa este alejamiento, y hace énfasis en que el querer sacar provecho a la situación no es solo inherente al bando chavista.
“La crisis del covid-19 está siendo usada para provecho político de ambos bandos en Venezuela. Por un lado, si Maduro sale airoso de esta crisis, es decir, con números bajos de decesos y con un sistema sanitario sin desbordarse, se vuelve a subir a la cresta del control de daños. Porque ya Maduro no diseña estrategias, controla daños. Y por otro lado, el gobierno interino (el del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó), pareciera estar esperando que las secuelas de la tragedia generen las dinámicas para un estallido social que devenga en un cambio de gobierno por la fuerza. Esa ruta ya ha sido probada varias veces, y se ha fracasado. La intransigencia del Gobierno es evidente, no pretende un acuerdo nacional ante una pandemia, pretende obediencia absoluta. El debate es entonces ¿cooperación u obediencia para sobrevivir a la pandemia?”, se preguntó.
Resaltó que la cooperación implica un diálogo, políticas, estrategias, reconocimiento y aceptación del otro sujeto político y social. “En este contexto, de desconocimiento de la AN y de endurecimiento de las prácticas represivas, las treguas unilaterales serían la mejor opción para que la clase política venezolana demuestre un poco de altura y responsabilidad ante el reto histórico. Es el momento en que ambos bandos demuestren un poco de empatía hacia una población que solo padece, y que está varada en un campo de batalla que no da descanso”.
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