Nirgua y Tuñame. O de si seremos noruegos, por Jorge Alejandro Rodríguez Moreno
Autor: Jorge Alejandro Rodríguez Moreno | @madrugonazo
El 1ero de octubre de 2004, leo en una columna de este mismo diario, escrita por ese intelectual de excepción, Oswaldo Barreto Miliani, el título de “Tuñame” Sólo esa palabra. Confieso, no saber a qué se refería. Decidí entrarle en el mismo momento al artículo para ver de que trataba, qué era lo de Tuñame.
Venía Oswaldo de pasar unos días entre Trujillo y Mérida, viaje en el cual recaló en la población de Tuñame. Tuvo conversaciones largas con sus paisanos y esas charlas movieron su fina capacidad para entender la venezolanidad. Estaba sorprendido, a falta de mejor palabra para describir lo que transmitía su columna. Venia de entender
Sintió lo que siente un científico, un botánico, un astrónomo, cuando comprende algo que de alguna manera le había sido esquivo. Pudo tomarle el pulso a una población, que tradicionalmente en las elecciones había votado por el conservador partido socialcristiano, por Copei, y que un buen día amaneció con las proporciones más altas de chavismo de todo el país.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver Nirgua?, pueblo de las montañas del Yaracuy, históricamente adeco, con Tuñame, más allá del carácter agrícola de sus economías. Pues todo. Las votaciones en uno y otro lugar se han replicado a lo largo de estos últimos 20 años, como si estuviesen conectados, como si las máquinas de votación del liceo Heriberto Núñez Oliveros o la Escuela Nacional Buría estuviesen sincronizadas con sus pares trujillanas. Pero acá no vamos a hablar de hackers rusos o de cables de fibra óptica que se conectan con la sede del G2 caribeño. Las máquinas de Nirgua y Tuñame arrojan los mismos resultados porque sus pobladores tuvieron la misma resonancia con el discurso de Hugo Chávez y su sucesor. Son pueblos donde todavía existe la pobreza rural, que no tiene nada de romántica. Y como esos pueblos, son centenares, miles, las poblaciones humildes de Venezuela.
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Es a estos pueblos, y a los cinturones de miseria, de pobreza urbana, de las ciudades venezolanas a las que se le está llevando una propuesta que inscrita en el más canónico de los pensamientos liberales, pasando por Samuelson, Tobin y Hayek, y que también puede corresponderse con las tesis marxistas, pero que hoy parece sorprender a muchos, cuando a otros nos puede resultar totalmente pertinente. La propuesta es la Tarjeta Solidaria, una garantía de protección ante la pobreza que hoy azota todo el país y amenaza inclusive nuestra existencia como República.
El debate sobre esta propuesta social, propuesta que es negada por quienes hoy desde el gobierno roban al pueblo a mansalva vendiéndoles cajas llenas de imitaciones de comida, y también por quienes piensan que en un futuro podrían ser ellos quienes tuviesen la dicha de estafar a sus coterráneos, no se podrá dar en los foros y en las plazas del país por lo corto del tiempo. El debate de la Tarjeta Solidaria se dará en la votación del 20 de mayo. Ahí es donde la nación dirá cual es el camino que desea tomar. Y quien crea que podrá burlarse de esa decisión es porque no sabe lo que es una crecida del Motatán o del Tucuragua. No son fiordos noruegos.
Nota al pie. La referencia a Noruega debía ser por los mecanismos de protección social de avanzada con los cuales cuenta esa nación. Una cosa se sienta uno a escribir y es otra la que sale.