No es Cadivi es Cadina, por Teodoro Petkoff
En una de sus enigmáticas declaraciones recientes Chávez afirmó que “el control de cambios llegó para quedarse”. Sin embargo, la verdad es que todavía ni siquiera ha terminado de llegar. Ya estamos próximos a los 70 días desde que se suspendieron las operaciones cambiarias y la fulana Cadivi no ha desembolsado todavía ni uno de los verdes del Norte. Hasta ahora lo que ha llegado para quedarse no es otra cosa que la mayor chambonería jamás vista en la historia del país. Nosotros hemos tenido gobiernos malos pero la verdad es que el de Chávez, en materia de incompetencia, abusa. La incapacidad para hacer rodar los mecanismos de Cadivi es tal que alguna gente alimenta la sospecha de que pudiera ser un plan deliberado para quebrar lo que queda de la economía privada.
Se equivocan. Para lograr que un plan de destrucción de este tipo funcione se necesita un mínimo de capacidad. No es este el caso. El desastre es tal que ni siquiera a propósito habrían podido hacerlo peor.
Lo que está ocurriendo con Cadivi es lo mismo que ha pasado, por ejemplo, con los planes de vivienda.
Dispersos por toda la geografía nacional están los abandonados cementerios de edificaciones a medio construir de lo que iban a ser Ciudad Zamora, Ciudad Miranda y otros complejos habitacionales, que, sin embargo, apenas si superaron el nivel de la primera piedra y los discursos rimbombantes y patrioteros. Este régimen, como obra propia, no puede presentar sino un kilómetro de carretera que Chávez tuvo los bríos de inaugurar en Margarita. La famosa carretera hacia Macuro no pasó de los primeros trabajos. En Vargas tardaron más de tres años para pavimentar la carretera hasta un poco más allá de Naiguatá. La remodelación del aeropuerto de Maiquetía y la represa de Caruachi, obras comenzadas durante el gobierno anterior, igual que los complejos petroleros de la Faja del Orinoco, y a las cuales el de Chávez ha tenido la mínima sensatez de no paralizarlas, son las únicas obras públicas de envergadura de que hasta ahora puede vanagloriar su gobierno. El peor de los gobiernos anteriores al cabo de cuatro años ya tenía bastante más que mostrar.
Toda esta chapucería se quiere disimular con puras y simples mentiras. Hablando ante empresarios brasileños, Chávez afirmaba, con concha y cara de piedra, que la economía venía en franco crecimiento durante los años 2000, 2001 y ¡2002! y que fue el paro el que la sumió en el abismo donde hoy se encuentra.
El paro, desde luego que tuvo consecuencias catastróficas, pero ya antes de él, hasta noviembre del 2002, la economía había caído en un 6% . El paro profundizó esta caída en el último mes del año, pero el mayúsculo descenso durante los once meses anteriores es fruto de la torpe política económica adelantada hasta entonces, en particular, la cambiaria, que inevitablemente tenía que conducir a la devaluación macro de febrero, con todas sus consecuencias inflacionarias y recesivas.
El paro terminó el 2 de febrero y dos meses después la economía política chavista, oficiada por Adina Bastidas desde Cadivi, amenaza con rematar lo poco que aún queda en pie.